A dos velas

A dos velas: [estar; dejar; quedarse; andar] Sin dinero o sin recursos de ningún tipo. Tengo que reducir los gastos, porque a final de mes me quedo siempre a dos velas. La explicación del origen del dicho es realmente peliaguda, pues entra en liza la polisemia, los muchos significados, de la palabra vela. Hay varias hipótesis, ninguna descartable. Antiguamente, los juegos ilegales de cartas solían celebrarse al amparo de la oscuridad; el jugador que hacía de banca, es decir, quien controlaba el dinero, solía tener junto a él dos velas para poder contarlo. Si algún jugador conseguía dejar a la banca sin dinero, se decía que la dejaba a dos velas. Otra explicación hace proceder la locución del hecho de que en las iglesias, tras la misa, quedaran sólo dos velas encendidas delante del sagrario, que alumbraban sólo un pequeño espacio. A veces se piensa también en el barco que, azotado por la tormenta o abordado por los enemigos, navega fatigosamente sólo con dos velas. Por otra parte, como en la lengua coloquial se llama velas a los mocos que, como si fueran gotas de cera, cuelgan de la nariz de los niños, y dado que frecuentemente se asocia al niño mocoso con la pobreza y el desamparo, podría pensarse en que el significado de la locución estuviera relacionado con este hecho. Además, cuando decimos que alguien está a dos velas nos llevamos a la nariz los dedos índice y corazón y los deslizamos hacia los labios, imitando el recorrido de estas velas infantiles, gesto que podría haberse generado a posteriori para ilustrar el dicho.

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