A perdiz por barba, caiga quien caiga: Esta curiosa frase la usamos cuando estamos decididos a hacer algo, aunque pueda resultarnos perjudicial. Entonces, estamos decididos a hacer huelga y a no venir a clase hasta que nos arreglen la calefacción, ¿vale? Pues nada, adelante y a perdiz por barba, caiga quien caiga. Como origen de la frase se cita el cuento en el que se narra la historia de un convento cuyos frailes eran unos insaciables glotones, hasta el punto de enfermar frecuentemente a causa de las pantagruélicas comidas. Un médico les recomendó reducir la ración diaria de alimentos, entre otras cosas, la perdiz que cada uno comía a diario (v. Siempre perdiz, cansa), pues corrían el riesgo de enfermar gravemente o, incluso, de morir. Los frailes se negaron, hicieron frente común y, según se cuenta, un poco por el dolor que les causaría la «dieta», otro por hacer ver que el convento era espléndido en el comer, respondieron con el dicho que nos ocupa. V. Caiga quien caiga||Por barba.