A rey muerto, rey puesto

A rey muerto, rey puesto: (El rey ha muerto, ¡viva el rey!) Indicamos en esta frase que las cosas y las personas se cambian por otras, que nada ni nadie es imprescindible. Sí, estuvo ocho años con Adela, pero lo dejaron el mes pasado, y, mira, ya está saliendo con otra chica: a rey muerto, rey puesto. Evidentemente, se alude al encadenamiento dinástico: si muere un rey, hay otro u otra preparados para sucederle. Algunos atribuyen la frase al rey Felipe V, que se puso a la cabeza de sus tropas en la toma del castillo de Montjuic, en Barcelona, defendido por el Archiduque Carlos de Austria. Uno de sus oficiales le pidió que se cubriera diciéndole «Majestad, rey no hay más que uno», a lo que el monarca contestó: «Otro habrá. A rey muerto, rey puesto». El rey ha muerto, ¡viva el rey! Es una fórmula con la que se da a entender la perpetuación de la corona: el rey muerto la entrega a quien le sucede. Se utilizó como fórmula ritual de la proclamación de los reyes franceses.

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