Adornarse/vestirse con plumas ajenas

Adornarse/vestirse con plumas ajenas: (Ponerse plumas ajenas) (Ser queso de muchas leches) Usar lo ajeno como si fuera propio, especialmente textos o frases de otro. En la frase actual se advierte una clara dilogía, es decir, pluma funciona en sus dos significados: la del ave, que se usa como adorno, y la de escribir. No cabe duda de que es un gran orador, pero lo sería aún mejor si no se adornara tanto con plumas ajenas, porque siempre mete, sin citar las fuentes, una frase por aquí, un fragmento de una novela por allá, un poema por el otro lado… Es posible que la expresión se deba a una fábula, ya recogida por el griego Esopo (s. IV a. C.) y el romano Fedro (s. I), El grajo y los pavos reales, que cuenta la aventura de un grajo que, despreciando a los pájaros de su especie, se adornó con las plumas de un pavo real para, disfrazado, unirse a un grupo de estas aves. Los pavos reales no sólo lo rechazaron, sino que le dieron una buena tunda y le quitaron las plumas, las ajenas y las propias. El grajo volvió con sus congéneres que, al verlo de aquella guisa, desplumado y hecho unos zorros, también lo rechazaron. Por otra parte, el queso que se elabora con diferentes tipos de leche no deja de ser, como la obra literaria o artística en general que se elabora con retazos de otras, menos puro y menos reconocido. V. Vérsele a alguien el plumero|| Ser lechuga de otro huerto.

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