Caérsele a alguien la cara de vergüenza: Si a alguien le da mucha vergüenza algo, lo normal es que se ponga colorado. Si le da muchísima vergüenza, la cara prácticamente le arderá hasta desprendérsele. La expresión, como otras muchas de nuestra lengua, sólo requiere para su interpretación una mínima dosis de imaginación. El camarero lo pilló robando la jarra y el tío ni se inmutó. Si me pasa a mí, se me cae la cara de vergüenza.