Cambiar(se) de / la chaqueta / camisa

Cambiar(se) de/la chaqueta/camisa (Volver la chaqueta||Ser un chaquetero): Actuar de manera completamente diferente a la habitual.

Se usa fundamentalmente —y en los tiempos que corren de manera especialmente relevante— para referirse a un cambio radical de posición política.

La persona que obra así es llamada, cómo no, chaquetero. Luismi ha cambiado de chaqueta de una manera vergonzosa: hace un par de años tenía carné del partido comunista, pero a las próximas elecciones se presenta como candidato por el partido de la derecha.

Antiguamente la expresión era cambiar o volver la casaca, que, como puede suponerse, tiene un origen militar. Cada facción o ejército combatiente se distinguía por la casaca que llevaban sus soldados sobre la cota de mallas o la armadura.

Cuenta la historia que en las numerosas guerras de religión que tuvieron lugar en Francia durante el siglo XVI, los católicos llevaban estas casacas con cruces rojas, mientras que los calvinistas las llevaban completamente blancas.

Para engañar al enemigo, los unos y los otros se daban la vuelta a la casaca, pues por el revés la llevaban blanca o con cruz, según fueran calvinistas o católicos.

Es posible que la frase se adaptara en los años inmediatamente posteriores a la guerra civil española (1936-1939) y que apareciera entonces la variante Cambiar de camisa. Tras la contienda fueron muchos los que, con el único fin de medrar y de buscar buenos puestos en la administración, se inscribieron en la Falange, grupo político cuyos miembros se distinguían por llevar una camisa azul, al estilo de las camisas negras de los fascistas italianos y de las camisas pardas de los nazis alemanes.

Los falangistas se dividieron entonces entre los «camisas viejas», quienes habían luchado en la guerra, y los «camisas nuevas», los recién llegados, que, cambiando la camisa incluso literalmente, intentaban hacerse pasar por veteranos.

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