Coger/agarrar/tomar el dos y la media manta: Irse rápidamente y de mal humor. En cuanto vi que, después de dos horas de reunión, lo único que había quedado claro era la hora y el lugar en el que íbamos a comer, cogí el dos y la media manta y me marché.
Si se utiliza como mandato, es una orden dada de no muy buena manera y con bastante disgusto para que alguien abandone un lugar. Aquí se viene a hablar, a discutir y a criticar, pero siempre con educación y sin insultar, y lo que tú has dicho es realmente ofensivo.
Ahora mismo coges el dos y la media manta y te vas. Estamos ante una de esas frases curiosas cuyo origen es tremendamente enigmático. Se ha apuntado que el dos es una carta de la baraja, pero ¿qué sentido tiene coger el dos e irse?; ¿qué pinta —nunca mejor di- cho—en el juego de cartas la media manta? A no ser que media manta fuera la denominación de una carta de la baraja que, combinada con un dos, supusiera el cierre de la partida. Se ha dicho también que el dos podría ser una caballería de dos años (¿por qué no de tres o de cuatro o de ocho?) y la media manta una manta pequeña que los arrieros llevaban para protegerse de frío cuando pensaban regresar a casa y no dormir al raso, caso en el que llevaban una manta más grande.
Personalmente, creo que el dos es una forma de llamar a las alforjas —formadas por dos bolsas unidas que se colocaban en el lomo y colgaban a ambos flancos de la caballería—en la peculiar lengua de los arrieros. Éstos, de natural pendencieros—y de ello hay episodios significativos en nuestra literatura, baste repasar las veces que le miden los lomos a Don Quijote—, serían más de una vez invitados en ventas y posadas a coger el dos y la media manta, es decir, a coger sus atavíos y largarse para evitar mayores problemas.