• Nacido un 21 agosto de 1962, Gilberto Santa Rosa Cortés se ha erigido como la figura salsera de la transición de épocas, educado en los patrones rítmicos de la salsa de los años 60, deleitándose con el trabajo artístico de las bandas de los años 50 y enriqueciéndose con el nuevo sonido que modifica el género a partir de los años 80 y 90.

    Su memoria musical, confiesa, está retratada en la televisión. Y es que de niño la pantalla chica fue su vehículo para conocer el trabajo de artistas nacionales e internacionales que deslumbraron su arte en programas de variedades musicales que copaban las programaciones televisivas de los años 60 y 70.

    «Como mi mamá trabajaba en la Estación Experimental de la Universidad de Puerto Rico mi abuela Aya nos cuidaba y yo tenía todo el tiempo del mundo para ver televisión. Eran los años 60, la época dorada de la televisión, donde se presentaban los artistas internacionales y nacionales y cuando a las 12:00 (del mediodía) era religión ver el ‘Show de las doce’ y a El Gran Combo de 12:00 a 12:15», cuenta el salsero.

    Las experiencias artísticas que absorbió en su infancia marcaron su ruta y por eso, siendo apenas un pequeñín, Gilberto Santa Rosa encontró en la escuela la oportunidad para tener su primer escenario. Mientras cursaba el preescolar, tuvo su primera aparición artística en la escuela elemental Ángel Ramos, aunque su primera actuación fue en una comedia, pero ya en segundo grado llegó «mi primer encuentro con la música real» junto a su compañero de clases Cheíto Cruz, con quien logró un dúo para interpretar boleros, género que siempre le ha apasionado y que lo define como un eterno romántico.

    De adolescente ingresó a la Escuela Libre de Música de San Juan, aunque «no con el propósito de hacerme músico sino de codearme con músicos de mi edad». Allí logró su primera aparición artística como cantante, un seis de enero de 1975, en un programa de televisión navideño producido por Papo Pérez para el canal 11.

    Esa experiencia fue su aliciente para aventurarse a hacer algo distinto. «Me junté con mi amigo Periñón (Pedro Morales Cortijo) y organizamos un grupito para tocar en la fiesta de unas amigas que iban a ser Reinas de los Corazones», manifiesta. Para entonces se hicieron llamar La Evolución 65 pero cuando se fueron a inscribir en la Unión de Músicos de Puerto Rico se encontraron que existía un grupo con ese nombre y se denominaron orquesta La Potencia.

    Su primer escenario de gloria, con apenas 11 años de edad, fue durante una edición del Festival de la Juventud que organizaba el Municipio de San Juan, y que conducía el comediante Alberto Rodríguez Torres («Machuchal»).

    Tras año y medio de constituido el grupo, diferencias entre sus integrantes provocaron su ruptura y esto facilitó un nuevo tránsito musical en la vida del joven cantante.

    Su participación solidaria en la huelga de músicos de hoteles que se realizó en 1979 lo acercó más a la sombra de algunas de las grandes estrellas del género, como Rubén Blades y Tommy Olivencia.

    En aquella ocasión, Gilberto Santa Rosa acudió a la protesta con la orquesta de Mario Ortiz, siendo ésta la primera vez que se presentaban juntos ante el público, luego de la grabación de «Borinquen flame», en 1977 (su primer disco a lso 14 años de edad).

    Ese mismo día, cuenta el cantante, su amigo «Chuchín» le pidió que «le resolviera» a su compadre Tommy Olivencia porque tenía que hacer su presentación y su cantante principal, Simón Madera, no había llegado.

    «Me preguntó si podía acompañar a Tommy y le dije que sí porque ése era mi grupo después de El Gran Combo, y yo me sabía todas sus canciones», comenta el salsero, quien explica que la experiencia fue tan llevadera que la semana siguiente, mientras se encontraba en un baile de su escuela, lo fueron a buscar para que volviera a acompañar a Olivencia en una actividad. De esas incidencias surgió una oferta formal de trabajo que Santa Rosa aceptó, moviéndose de inmediato a trabajar dos producciones discográficas –sólo una salió al mercado– en un junte que duró cerca de dos años. «Con Tommy (Olivencia) grabé ‘Como sube la gasolina’ (1979) y nos presentamos en Nueva York. Eran grandes ligas, pero yo sentía que no era el cantante que él necesitaba y fue cuando apareció Chamaco Ramírez, que regresó a la orquesta y después Frankie (Ruiz) y yo me moví a la orquesta de Willie Rosario», anota.

    No había transcurrido mucho tiempo luego de la grabación de «Borinquen flame» cuando un día el señor José Canales le hizo un acercamiento para que se integrara a la orquesta La Grande, oferta que él y sus padres aceptaron. Antes, había recibido un acercamiento del director de la agrupación Latin Brass para sustituir al vocalista Jerry Rivas, pero no aceptó.

    Poco después de su ingreso a La Grande –dirigida por el músico Elías Lopés y en la que cantaban Héctor «Tito Bay» Rivera y Edgar Zalduondo– marchó a la ciudad de Nueva York para participar de la nueva grabación de la orquesta. «Ésta fue la primera vez que viajé y recuerdo que fue un martes. Mi papá fue al aeropuerto y le dijo a Elías: ‘Cuídame al muchacho'», narra.

    Aunque su participación inicial en esta grabación era de dos temas, al final del proceso grabó cuatro, entre ellas, «Satisfacción», de Roberto Angleró, y «El ambiente» y «Tu indiferencia», ambas de su autoría, todas conservadas en el álbum «We Love New York» (1978). La participación de Gilberto Santa Rosa con La Grande duró dos años. En cambio, desde el momento que inició sus labores su nombre comenzó a elevarse como una de las promesas salseras de la época, a quien la prensa nombró «joven cantante con bonita voz» y «la revelación musical de este año».

    Entretanto, el joven salsero alternó en sus momentos libres con la agrupación de Periñón y la orquesta Fantasía Boricua de Manolito Rodríguez. Asimismo, y sin contar aún con mayoría de edad, alcanzó un puesto para formar parte del equipo vocal de la Puerto Rico All Star, gracias a la intervención de Andy Montañez.

    Se presentó en la sala de festivales del Centro de Bellas Artes por primera vez, en 1990, junto al cantante nicaragüense Luis Enrique y la segunda ocasión acompañado de la Orquesta Filarmónica.

    Su apelativo de «El Caballero de la Salsa» se lo puso el locutor Rolandito Sánchez («El Pachá»).

    Adoptó el estribillo de «camínalo» porque a Willie Rosario le gustaba que sus cantantes hablaran encima de los mambos. Venezuela fue su primera plaza internacional. Su abuela Lydia Caez («Aya») fue en parte responsable de cultivar su gusto musical.

    Su padre lo acompañó desde niño en sus andanzas musicales, y cuando se creó el grupo La Potencia se responsabilizó, junto a otros padres, de la contabilidad del dinero, el escogido de la ropa y el transporte del equipo y los músicos. Sus primeros bailes los hizo en la marquesina de su vecina doña Palmira, en Country Club.

    Conoció a Pellín Rodríguez luego de escucharlo pronunciar elogios de él y a Héctor Lavoe cuando éste convalecía en un hospital de Nueva York.

    Es fiel fanático de Ismael Rivera, El Gran Combo, Tito Rodríguez y Cheo Feliciano.

    Corría el mes de mayo de 1981 cuando Gilberto Santa Rosa, quien ya cursaba su primer año en la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, cruzó de la orquesta de Tommy Olivencia a formar parte de la agrupación de Willie Rosario, junto a los vocalistas Bobby Concepción y Antonio Eladio («Tony») Vega. Esa experiencia musical junto a «Míster Afinque» fue determinante para el cantante, siendo ésta la plataforma para su gran proyección como salsero y con la que logró la aceptación popular con éxitos como «Lluvia» y «Botaron la pelota».

    Posted by lfgarcia @ 12:51 am

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1 Comment to Gilberto Santa Rosa – El Caballero de la Salsa

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