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El súcubo (del latín succŭbus, de succubare, «reposar debajo»), según las leyendas medievales occidentales, es un demonio que toma la forma de una mujer para seducir a los hombres, sobre todo a los sensibles e incluso a los monjes, introduciéndose en sus sueños y fantasías, para tener relaciones sexuales con ellos. De esta manera, absorben la energía del hombre para mantenerse, y a menudo, llegan hasta tal punto, que los enferman con distintas dolencias físicas y espirituales, y hasta pueden dejarlo agotado o incluso matarlo.

Los súcubos más conocidos son Lilit, Abrahel, Baltazo, Bietka, Filotano, Florina Vasordiel, Mancerinio. Uno de los más relevantes en la demonología es Lilit. En general son mujeres de gran sensualidad, persuasión y carácter emulativo. Lilit, se transformaba en una mujer de opulentas formas a la que gustaba seducir a los artistas para que la utilizasen como modelo en sus creaciones, especialmente si se trataba de motivos religiosos.

La apariencia de los súcubos varía, en general, tanto como la de los demonios; no hay ninguna apariencia o pintura definitiva. Sin embargo, se suelen pintar casi universalmente como mujeres seductoras desnudas con una belleza no terrenal, a menudo con alas demoníacas; de vez en cuando, en ellos se dan otros rasgos demoníacos, como pueden ser, los cuernos, una cola con una punta terminada en triángulo, con ojos de serpiente, cascos de caballo, colmillos, serpientes enrolladas a su cuerpo, etc. De vez en cuando, simplemente aparecen como una mujer atractiva en los sueños, en los que la víctima no puede deshacerse de ella, ni olvidarla. Los súcubos atraen varones y en algunos casos, el varón ha llegado a enamorarse de ella. Incluso fuera del sueño, ella no deja su mente. Siguen agotando lentamente la energía de su víctima.

Lilit

Es un demonio masculino en la creencia popular europea de la Edad Media que se supone se posa encima de la víctima durmiente, especialmente mujeres, para tener relaciones sexuales con ellas, de acuerdo con una cantidad de tradiciones mitológicas y legendarias. Su contraparte femenina se llama súcubo. Un íncubo (del latín incubare, ‘yacer’, ‘acostarse’) puede buscar tener relaciones sexuales con una mujer para convertirse en el padre de un niño, como en la leyenda de Merlin. La tradición religiosa sostiene que tener sexo con un íncubo o súcubo puede resultar en deterioro de salud, o incluso hasta la muerte. Las víctimas viven la experiencia como en un sueño sin poder despertar de éste.

Si la mujer queda embarazada puede dar a luz niños deformes, de fácil control por parte del mal, o con habilidades especiales (como el mago Merlín, hijo de un íncubo y de una ramera, según una de las tantas versiones de su nacimiento). El íncubo succiona la energía corporal de la persona en el momento del sexo, de esta manera vive o se hace más fuerte. En casos extremos de acuerdo a quienes los estudian, puede llegar a darle un paro al corazón de la víctima e incluso matarla por la succión energética ocasionada, dejando a la víctima débil o enfermiza.

Tulpa

“Tulpa” es un vocablo tibetano y se refiere a los seres que se originan en la mente y que a través de una creencia intensa y  visualización, se convierten en realidades físicas. Se trata de que una mente o varias, crean un ser vivo totalmente real y físico que acabará teniendo vida propia, y cobrará fuerzas a medida que más personas crean en su existencia hasta que al final sea difícil deshacerse de ella.

La tulpa no es más que poderosos pensamientos y emociones proyectados que terminan convirtiéndose en formas físicas. Cuando una tulpa cobra existencia propia, sus creadores no podrán controlar sus apariciones y desapariciones, ya que dejan de ser seres imaginarios y será difícil deshacerse de ellos.

Debemos tener cuidado con los pensamientos que proyectamos y creamos.

Huellas

Una huella es energía que se concentra en un lugar donde ocurrió algún suceso o una serie de sucesos dramáticos que tienen un impacto tan profundo que las emociones e imágenes de estos sucesos se convierten en parte del lugar y en su atmósfera. Las huellas incluyen imágenes de personas y animales que podrían tomarse por fantasmas pero en realidad son como hologramas tridimensionales.

Energía Cinética

La energía cinética es la manipulación espontánea y no intencionada de objetos inertes por medios físicos no evidentes. Algunos creen que esta energía puede aparecer en una persona y después desaparecer inexplicablemente, otros creen que es una facultad con la que nacen algunas personas, que puede debilitarse en ciertas etapas de su vida. Las personas que nacen con esto parecen acabar con todos los objetos inanimados que encuentran a su paso.

Catalepsia Astral

Cuando esto pasa una persona puede sentir que se despierta de un sueño profundo pero es incapaz de moverse, se siente paralizado como si algún espíritu estuviera encima, sujetándolo y dificultando su respiración, intenta gritar pero no puede emitir ningún sonido. Puede oír un zumbido o un clamor ensordecedor, que parpadeen luces extrañas encima o a su alrededor, pero de pronto todo vuelve a la normalidad. Esta experiencia es bastante aterradora, incómoda, pero es algo completamente inofensivo y se conoce como catalepsia astral. Nuestros espíritus abandonan nuestros cuerpos mientras dormimos, pero en ocasiones ocurre que  cuando dormimos nuestra mente permanece alerta como para detectar que el espíritu abandona el cuerpo o vuelve a él, cuando esto ocurre el espíritu envía una señal al cuerpo de que debe estar moribundo o muerto, por ello uno experimenta una sensación de parálisis e incapacidad para respirar o hablar.

BROWNE, S. (2004), «Visitas del más allá»

Espíritus

Cuando una persona fallece viaja a otra dimensión, en la cual todas las preocupaciones desaparecen, frustraciones, ira, resentimientos y cualquier otra emoción negativa desvanece y es reemplazada por paz, viven en un lugar de dicha emocional y espiritual. Cualquier disgusto, dolencia, enfermedad que experimentaron en su etapa en la tierra desaparecen. Los espíritus viven sin limitaciones terrenales, pueden comunicarse incluso por telepatía, incluso pueden aparecer en dos lugares al mismo tiempo, siempre les gusta ser reconocidos, por ello aparecen en una forma que resulta familiar, pueden crear un aroma con el cual relacionarlos, o tocar suavemente el cabello o la espalda o mover algún objeto como solían hacer en vida, pueden mover una fotografía suya… las posibilidades son tan infinitas como sea la imaginación de ellos.

Como han cruzado a otra dimensión, suelen unir su energía a elementos conductores, como la electricidad y el agua. Sus intenciones nunca son malas, son incapaces de albergar pensamientos y acciones negativas. Siempre que aparecen dan la impresión de estar flotando.

Fantasmas

Todos estos seres comparten un rasgo trágico: ninguno de ellos cree que ha muerto. A diferencia de la mayoría de espíritus, los fantasmas se niegan a reconocer su existencia. Como resultado de ello, permanecen apegados a la tierra, apegados a un sitio determinado y por ese motivo no se alejan de él.

Los fantasmas abandonan sus cuerpos y dejan atrás esta dimensión pero no siguen con su viaje, es decir que literalmente, no están ni aquí ni allá. Las razones pueden ser muy variadas. Algunos se quedan rezagados por un estado de confusión, al quedar apegados al amor de una persona, una propiedad o un empleo por el que se sintieron responsables en vida; otros se quedan rezagados por venganza y otros se quedan atrás por miedo. Sea cual sea el motivo están entre nosotros en un estado distorsionado de la realidad, desde su punto de vista, nosotros somos los intrusos de su mundo. Pueden aparecer con una imagen muy distinta a la terrenal, pueden aparecer difuminados o incluso tomar la forma de una pesada bola nublada, como humo.

BROWNE, S. (2004), «Visitas del más allá»

El mundo de los espíritus y fantasmas es lo suficientemente fascinante como para ser objeto de miles de libros, todos hemos escuchado historias e incluso visto películas sobre estos seres sobrenaturales que lo único que buscan es descanso eterno, pero ¿existirán de verdad o no?….

La mayoría de las grandes religiones del mundo afirman que todos somos eternos, cada uno de nosotros, nuestros espíritus existieron y siempre existirán. Nuestros cuerpos físicos son sólo una morada temporal. La muerte se llevará nuestros cuerpos tarde o temprano, pero nunca podrá destruirnos. Dios nos prometió vida eterna y es por eso que podríamos creer en la existencia de fantasmas y espíritus entre nosotros. Si nuestros espíritus trascienden realmente la muerte y son inmortales entonces ¿por qué no creemos en la existencia de algo que sabemos que nunca deja de existir?

BROWNE, S. (2004), «Visitas del más allá»