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Gustavo Adolfo Bécquer posee un centenar poemas a continuación unos cuantos ellos que te harán fan de este romántico poeta

Rima 77 (XLVI)
Me ha herido recatándose en las sombras,
Sellando con un beso su traición.
Los brazos me echó al cuello y por la espalda
Partióme a sangre fría el corazón.

Y ella prosigue alegre su camino,
Feliz, risueña, impávida. ¿Y por qué?
Porque no brota sangre de la herida.
Porque el muerto está en pie.

 

Rima 14 (XLIX)
Alguna vez la encuentro por el mundo,
Y pasa junto a mí;
Y pasa sonriéndose, y yo digo:
—¿Cómo puede reír?

Luego asoma a mi labio otra sonrisa,
Máscara del dolor,
Y entonces pienso: —Acaso ella se ríe,
Como me río yo.

 

Rima L

Lo que el salvaje que con torpe mano
Hace de un tronco a su capricho un dios,
Y luego ante su obra se arrodilla,
Eso hicimos tú y yo.

Dimos formas reales a un fantasma,
De la mente ridícula invención,
Y hecho el ídolo ya, sacrificamos
En su altar nuestro amor.

 

Rima 70 (LI)
De lo poco de vida que me resta
Diera con gusto los mejores años,
Por saber lo que a otros
De mí has hablado.

Y esta vida mortal, y de la eterna
Lo que me toque, si me toca algo,
Por saber lo que a solas
De mí has pensado.

 

Rima 38 (LIII)
Volverán las oscuras golondrinas
De tu balcón sus nidos a colgar
Y otra vez con el ala a sus cristales
Jugando llamarán.

Pero aquellas que el vuelo refrenaban
Tu hermosura y mi dicha a contemplar,
Aquellas que aprendieron nuestros nombres,
Esas, ¡no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas
De tu jardín las tapias a escalar
Y otra vez a la tarde aún más hermosas
Sus flores se abrirán.

Pero aquellas cuajadas de rocío
Cuyas gotas mirábamos temblar
Y caer como lágrimas del día,
Esas, ¡no volverán!

Volverán del amor en tus oídos
Las palabras ardientes a sonar,
Tu corazón de su profundo sueño
Tal vez despertará.

Pero mudo y absorto y de rodillas,
Como se adora a Dios ante su altar,
Como yo te he querido, desengáñate,
¡Nadie así te amará!

 

Rima 36 (LIV)
Cuando volvemos las fugaces horas
Del pasado a evocar,
Temblando brilla en sus pestañas negras
Una lágrima pronta a resbalar.

Y al fin resbala y cae como gota
De rocío al pensar
Que, cual hoy por ayer, por hoy mañana,
Volveremos los dos a suspirar.

 

Rima 8 (LVIII)
¿Quieres que de ese néctar delicioso
No te amargue la hez?
Pues aspírale, acércale a tus labios
Y déjale después.

¿Quieres que conservemos una dulce
Memoria de este amor?
Pues amémonos hoy mucho, y mañana
Digámonos: —¡Adiós!

 

Rima 41 (LX)
Mi vida es un erial,
Flor que toco se deshoja;
Que en mi camino fatal
Alguien va sembrando el mal
Para que yo lo recoja.

 

Rima 45 (LXI)
Melodía.
Es muy triste morir joven, y no contar
Con una sola lágrima de mujer.

Al ver mis horas de fiebre
E insomnio lentas pasar,
A la orilla de mi lecho,
¿quién se sentará?

Cuando la trémula mano
Tienda, próximo a expirar,
Buscando una mano amiga,
¿Quién la estrechará?

Cuando la muerte vidríe
De mis ojos el cristal,
Mis párpados aún abiertos,
¿Quién los cerrará?

Cuando la campana suene
(Si suena en mi funeral)
Una oración, al oírla,
¿Quién murmurará?

Cuando mis pálidos restos
Oprima la tierra ya,
Sobre la olvidada fosa,
¿Quién vendrá a llorar?

¿Quién en fin, al otro día,
Cuando el sol vuelva a brillar,
De que pasé por el mundo
Quién se acordará?

 

Rima 64 (LXIV)
Como guarda el avaro su tesoro,
Guardaba mi dolor;
Quería probar que hay algo eterno
A la que eterno me juró su amor.

Mas hoy le llamo en vano y oigo, al tiempo
Que le acabó, decir:
¡Ah, barro miserable, eternamente
No podrás ni aún sufrir!

 

Rima 67 (LXVI)
¿De dónde vengo?… El más horrible y áspero
De los senderos busca;
Las huellas de unos pies ensangrentados
Sobre la roca dura;
Los despojos de un alma hecha jirones
En las zarzas agudas,
Te dirán el camino
Que conduce a mi cuna.

¿Adónde voy? El más sombrío y triste
De los páramos cruza,
Valle de eternas nieves y de eternas
Melancólicas brumas;
En donde esté una piedra solitaria
Sin inscripción alguna,
Donde habite el olvido,
Allí estará mi tumba.

 

Rima 61 (LXVIII).
No sé lo que he soñado
En la noche pasada.
Triste, muy triste debió ser el sueño
Pues despierto la angustia me duraba.

Noté al incorporarme
Húmeda la almohada,
Y por primera vez sentí, al notarlo,
De un amargo placer henchirse el alma.

Triste cosa es el sueño
Que llanto nos arranca,
Mas tengo en mi tristeza una alegría
¡Sé que aún me quedan lágrimas!

 

Rima 55 (LXXIX)
Una mujer me ha envenenado el alma,
Otra mujer me ha envenenado el cuerpo;
Ninguna de las dos vino a buscarme,
Yo de ninguna de las dos me quejo.

Como el mundo es redondo, el mundo rueda;
Si mañana, rodando, este veneno
Envenena a su vez, ¿por qué acusarme?
¿Puedo dar más de lo que a mí me dieron?

 

Rima LXXX
Aire que besa, corazón que llora,
Águila del dolor y la pasión,
Cruz resignada, alma que perdona…
Eso soy yo.

Serpiente del amor, risa traidora,
Verdugo del ensueño y de la luz,
Perfumado puñal, beso enconado…
Eso eres tú.

 

Rima XCII
Para que los leas con tus ojos grises,
Para que los cantes con tu clara voz,
Para que se llenen de emoción tu pecho
Hice mis versos yo.

Para que encuentres en tu pecho asilo
Y le des juventud, vida, calor,
Tres cosas que yo no puedo darles,
Hice mis versos yo.

Para hacerte gozar con mi alegría,
Para que sufras tu con mi dolor,
Para que sientas palpitar mi vida,
Hice mis versos yo.

 

Rima XCIV
Podrá nublarse el sol eternamente,
Podrá secarse en un instante el mar,
Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal.

¡Todo sucederá! Podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón,
Pero jamás en mí podrá apagarse
La llama de tu amor.

 

Rima 33 (XXIV)
Dos rojas lenguas de fuego
Que a un mismo tronco enlazadas
Se aproximan y, al besarse,
Forman una sola llama.

Dos notas que del laúd
A un tiempo la mano arranca,
Y en el espacio se encuentran,
Y armoniosas se abrazan.

Dos olas que vienen juntas
A morir sobre una playa
Y que al romper se coronan
Con un penacho de plata.

Dos jirones de vapor
Que del lago se levantan
Y, al juntarse allá en el cielo,
Forman una nube blanca.

Dos ideas que a la par brotan,
Dos besos que a un tiempo estallan,
Dos ecos que se confunden
Eso son nuestras dos almas.

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