Historias de la vida real

No perdí un brazo, volví a la vida: Aron Ralston

La historia de Aron Ralston es mundialmente conocida. En 2003, este practicante de deportes al aire libre decidió amputarse el brazo derecho cuando una roca le cayó encima mientras practicaba montañismo en el Blue John Canyon en Utah, Estados Unidos. Sin embargo este aventurero considera que a pesar de haber dejado una parte de su cuerpo en ese lugar, nunca perdió nada y aunque el accidente cambió para siempre su vida y el dolor que sintió fue indescriptible, salió de su ‘tumba’ y regresó a la vida.

La vivencia de Ralston quedó plasmada en su libro autobiográfico, Entre la espada y la pared, e inspiró la película 127 horas, protagonizada por James Franco y dirigida por Danny Boyle. “Yo debí cortarme el brazo y puede que suene bastante horrible, sin embargo pienso que fue algo hermoso, lo considero como una bendición”, asegura Aron mientras sonríe y afirma que es amante de los deportes pues allí encuentra su plenitud.

Su ejemplo de superación, su historia de vida y la manera en que explica lo ocurrido hace once años en aquel desierto estadounidense han llevado a Aron Ralston a recorrer el mundo entero. Hoy compartió su experiencia de vida en la ciudad de Bogotá y El Espectador tuvo la oportunidad de dialogar con este deportista que resulta modelo a seguir para cientos de atletas que afrontan problemas de toda índole en sus carreras.

Aron, ¿Cuál es su motivación para practicar deportes al aire libre?

Nunca he practicado deportes en equipo, sumado a ello adoro las aventuras, por esa razón me gustan los deportes al aire libre. Yo encuentro mi lugar escalando, esquiando, haciendo rafting. Ahí siento que soy feliz.

¿Qué sensaciones lo invaden cuando alcanza un objetivo mientras está practicando alguno de los deportes mencionados?

La libertad. Yo disfruto estar en un hotel, viajar en un avión pero lo que más disfruto es mi libertad. Le dices adiós a los celulares, al mundo, es como si te conectaras con la naturaleza. Por ejemplo en junio pasado estuve en Ecuador y escalamos el volcán Cotopaxi, la sensación de libertad y la vista de los paisajes son increíbles. Debo confesar que algunas veces lloro cuando estamos en medio de la aventura y logras momentos fantásticos como ese.

También estuve haciendo rafting a través del Gran Cañon con ocho amigos. Hicimos un recorrido de 400 kilómetros en dos semanas y media. No teníamos vehículos, no existía conexión a internet y llevábamos nuestra propia comida. Por eso te conectas con la naturaleza y tienes acceso a un espacio espiritual. Llegas a un lugar secreto en donde escalar una roca significa también una conexión con tus amigos. A ello debes sumarle la energía del universo, saber que eres parte de este.

Ah, y también amo los contrastes de las experiencias, puedes estar un día las vegas y al otro en un lugar remoto, es algo loco (risas).

Aron, usted dice que nunca ha practicado los deportes en equipo, siempre se ha involucrado con los individuales. ¿Cuál es la diferencia entre estas dos modalidades?

Es bueno ser parte de un equipo y competir. Saber operar y trabajar con más gente resulta interesante y por ello no cabe duda que competir contra otro equipo es una cosa valiosa pero cuando escalas con alguien más tienes la responsabilidad de velar por su vida.

Entonces, ¿los deportes al aire libre, requieren de un equipo también?

Tienes que estar pendiente de tus compañeros de aventura. Cuando te encuentras a 700 metros de altura es algo diferente, va más allá. Un error te puede costar la vida. En este tipo de deportes indudablemente hay algo de riesgo y el riesgo es lo que te une.

¿Es decir que los deportes al aire libre son un deporte de verdad y los demás son tan solo un juego?

Los atletas compiten por cosas que son importantes, pero es solo un juego. Por ejemplo los mejores atletas del mundo representan a un equipo, a un país, como por ejemplo la selección Colombia en Brasil 2014, risas. Pero en los deportes al aire libre u7no busca algo más que gloria, el dinero o la victoria. Vas por tu experiencia, tu conexión con el alma. Y bueno también arriesgas la vida.

¿Por qué después del accidente decidió continuar practicando el montañismo, rafting?

Porque es algo muy importante para mí. Lo puedo definir como un desafío mental y además es un espacio donde me encuentro con mis amigos más íntimos. Esta práctica deportiva requiere montar en cicla, escalar, caminar, esquiar y a la vez te permite estar en contacto con la naturaleza.

¿Cuál es su consejo para los deportistas colombianos, que muchas veces deben sufrir numerosos problemas con sus carreras profesionales?

Este país tiene muchos retos y desafíos. He escuchado sobre las guerras, los carteles de la droga pero yo creo que los problemas son un regalo. Así como yo debí cortar mi brazo y puede que suena algo horrible, terminó siendo algo hermoso. Yo pienso que es una bendición. Así mismo los deportistas deben buscar superar los desafíos.

La adversidad es una cosa buena, es un regalo, más que alejarte de tu objetivo debe acercarte. Tu roca, es decir tu dificultad, no debe frenar tu futuro. Ese es mi mensaje y por eso comparto mi historia porque yo dejé algo en ese cañón pero no perdí nada.

¿Dentro de sus planes está escalar alguna cumbre colombiana?

Es mi primera vez en Colombia pero sé que tienen montañas muy altas y con un grado de dificultad bastante elevado en la escalada. Por el momento visitaré el Parqus Naturales Chingaza. Más adelante me gustaría volver con mis amigos y organizar una expedición. He odio que tienen una Sierra muy cerca del mar, es algo increíble, creo que único en el mundo.

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