La miré, tan quitada de la pena… moría de la alegría, jamás había visto a alguien tan feliz, sólo por el hecho de verme morir… Ella clavaba las pinzas sobre mi abdomen, al principio fue muy doloroso, no lo soportaba, pero parecía que mi dolor la motivaba a seguir torturándome como lo hacía, yo ya no sabía que dolía mas, la tortura, ¡oh! la manera en la que me humillaba… Llegó ese momento en que ya no sentía dolor, sólo, yo sólo, la observaba reír cuando miraba hacía mi, y yo también sonreí con ella… Terminé disfrutando ese dolor sabría que sería la muerte perfecta.