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Breve sumario de las cosas que nunca te conté

Posted by migaherr on Jun 28, 2015 in Uncategorized

No sé si aún me recuerdes. A decir verdad, tu rostro en mi memoria aparece como una fotografía vieja, poco nítida, y tu voz aún menos perceptible. Ya casi no existes de forma clara en mis pensamientos, pero aún hay algo de nostalgia cada vez que escucho tu nombre o veo tus huellas entrecruzadas en fragmentos de mi vida: recorro las mismas escaleras que utilizabas, voy al mismo bar a consumir el mismo postre, a veces suenan tus canciones favoritas en la radio, e incluso por ahí casualmente suelo ver a tus amigos y cercanos. Sin necesidad de buscarte, tus huellas están por ahí, interceptándose con las mías en los senderos que voy recorriendo.

Han pasado algunos años, y no quedan ya vestigios de tu presencia en mi vida – a más de las huellas que ya te mencioné. Es como si nunca hubieras existido. De hecho, la única evidencia contundente de tu paso por aquí son esos vagos recuerdos que evocan emociones aún. Ni siquiera yo soy el mismo de aquel entonces, en el proceso de olvidarte también dejé gran parte de mí.

No te necesito en mi vida. De hecho, nunca te necesité. He podido vivir sin ti perfectamente durante poco más de dos décadas, y así seguirá siendo. Lo que mi conciencia sí necesita es una explicación a todo: al final de tu historia, al motivo por el que permaneciste un tiempo breve en mi vida, a los momentos felices que pasamos, pero sobre todo, al porqué de tu deshonestidad. Si simplemente con mostrar tu esencia, yo te habría dejado pasar, ¿cuál era la necesidad tuya de fingir tantas cosas? No quiero que vuelvas, no pretendo guardar rencor ni involucrarme en tus asuntos. Solo necesito una explicación.

Talvez éramos muy jóvenes para los asuntos del amor. Probablemente, yo no estaba preparado para tantas experiencias juntas, ni tú para afrontar realidades. Seguramente utilicé más emoción que mente (grave atentado a la objetividad), y me negué a aceptar las cosas que la vida me ponía en frente. Pero ¡vaya que estuve loco por ti! Mi vida tenía el color de tus ojos. Siempre fuiste importante para el muchachito de los churros, para el ratón de biblioteca dando pininos en su vida universitaria. Por ahora te agradezco por haber tenido algo de real, y no ser una mera fantasía o ente imaginario.

Definitivamente, tu paso por mi vida es ahora uno de los ladrillos más fuertes de mi personalidad. Solo me queda agradecerte por enseñarme a aceptar las cosas y a seguir avanzando. Y ten por seguro que, si en algún momento nos volvemos a ver y me quedo en silencio, es mi pregunta sutil que aún busca su respuesta. Espero de todo corazón, que tu vida continúe con el mismo ímpetu tan propio de tu libertad, la cual admiro incansablemente. Mi vida ya tiene su propio color, espero que la tuya también.
¡Cuídate!

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