El Combate Naval de Jambeli

Que hermoso es cantarle a la Patria y a sus hazañas recordando el Combate Naval de Jambeli, como una de las glorias máximas de la familia marinera que cada ano merece ser recordada y exaltada y con la mano ene l pecho y la mirada al frente.
1941, fue el ano de la tragedia nacional. Ese ano el Perú planifico la invasión y la ejecuto con todo el caudal de sus fuerzas y como fruto de ese demencial acto, cedimos 200.000 Km2 de territorio bajo la complaciente mirada de cuatro países garantes de un protocolo de paz y limites. Como indefensos testigos estaban un gobierno irresponsable y un pueblo heroico. Ese pueblo heroico dio muestras palmarias de heroísmo y entereza, porque el combate de Jambeli en el Golfo, el Yaupi del Teniente Hugo Ortiz en la amazonia y el combate de Chacras de Capitan Edmundo Chiriboga en El Oro, son para mi los tres momentos mas altos del heroísmo ecuatoriano que dignifican y elevan a epopeya los trágicos sucesos de la invasión peruana a nuestra tierra, en 1941. Yo quiero revivir esa hora magnifica de hace 66 anos y de esos 54 lobos de mar, que al mando del Teniente Rafael Moran Valverde, domeñaron la soberbia y felonía del vecino del Sur y nos legaron una herencia de gloria marinera que no se apagara jamás.
Europa tuvo su guerra de cien años, cuando Inglaterra y Francia se enfrentaron en litigios territoriales, durante la edad media. Nosotros también hemos tenido nuestra guerra territorial de 166 anos con el Perú, desde 1829, en Tarqui, hasta 1995 en el Cenepa.
Todo estuvo contra nosotros en ese fatico ano 41. Nuestra Patria bendita herida en su territorio y en su corazón, en su honor! Nuestro Ministro de Defensa, de ese entonces, Coronel Carlos Guerrero, dijo: “El Ecuador no tiene ejércitos para la defensa de su soberanía. En aviación, cero; en Marina, dos cañoneros sin munición: el Presidente Alfaro y el Calderón. La defensa de nuestra costa, nula”. Desde aquí atreves del túnel del tiempo le pregunto al Coronel: ¿Un cañonero sin munición, señor? ¿La defensa de nuestra Costa, nula, Señor? Y es que usted ha olvidado las palabras de Mahan: “Son los hombres y no los buques los que ganas las batallas”. Eso paso en Jambeli, señores. Eso pasó en Jambeli el 25 de Julio, a las 11h15 de la mañana, en las aguas alborotadas y heroicas de nuestro Golfo. Allí estaba el viejo cañonero Calderón, como un delfín de acero embravecido, para defender, ante la majestad de los mares, nuestros derechos ancestrales e irrenunciables.
Uno de los héroes de la jornada memorable es, sin duda ese viejo y sagrado cañonero, construido en Inglaterra en 1884 y adquirido por nuestro país en 1886. Durante 76 años navego por nuestras rutas. En 1925, recibió el nombre oficial de canorero Calderon. Fue Buque Escuela en 1925, y en él se formo el futuro héroe de Jambeli, Rafael Moran Valverde. Bajo su mando se cubriría de gloria inmarcesible ese 25 de Julio.
“Un minuto de flaqueza puede hundir a los hombres en el deshonor. Pero también unos minutos de heroísmo pueden elevarlo hasta la apoteosis de la inmortalidad”. Asi paso esa mañana por siempre memorable.
Nuestra nave regresaba de Puerto Bolívar después de haber custodiado un convoy de tres motonaves. A las 10h25m. Había sonado la alarma de una incursión aérea peruana. Moran Valverde dio la orden de salir del puerto para tener mejor área de maniobra. La historia se acelera a partir de esa hora. A las 11h15 se avista en el horizonte un buque desconocido. Era el crucero Almirante Villar, buque insignia de la armada peruana, escoltado por el crucero Grau y el destructor Teniente Rodríguez que venían a bloquear al Golfo de Guayaquil, como lo hacían los piratas y bucaneros. Se iban a enfrentar el David de 300 toneladas y el Goliat de 1550 toneladas ¡Que soberbio escenario ondulante es el mar para los supremos heroísmos! A las 11h30 se iniciaron los fuegos del Almirante Villar, sin lograr impactos en nuestra nave. Se ordena el zafarrancho y nuestros marinos responden con nutrido fuego de artillería que impacto en la popa y la superestructura del Villar que mal herido tuvo que ser llevado ignominiosamente por el Grau y el Teniente Rodríguez, para ocultar su vergüenza en su madriguera del Callao. El combate había terminado a las 11h45 ante el estupor de las olas y los vientos, testigos de la desigual contienda.
Todos los que estamos aquí, si tenemos fibra de ecuatorianos, si tenemos el sentido de lo sublime, deberíamos guardar un minuto de sagrado silencio, ante la grandeza de ese puñado de marinos que hicieron renacer el civismo, la fe y la esperanza para salvar la dignidad de un pueblo que agonizaba humillado por la invasión de su territorio.
Con razón justísima, el 21 de Julio de 1944, el Presidente José María Velasco Ibarra, declaro el 25 de Julio como Día de la Marina de Guerra Nacional. Y también son razón el Presidente Galo Plaza, en 1952, otorgo la condecoración “Cruz de Guerra”, a jefes, oficiales e individuos de tropa que intervinieron en esa memorable jornada. Finalmente, con justísima razón el Honorable Congreso Nacional, en 1960 declaro Héroes Nacionales a la tripulación del Calderón.
Aplaudamos señores, aplaudamos todos estos altos honores concedidos a nuestra gloriosa Armada Nacional.
Al glorioso Calderón se lo vio navegar por última vez en 1960, en el rio Guayas y ahora descansa en ese parque convertido en museo y centro de peregrinación cívica. Vayamos allá a orar por la Patria, a lamentar sus tragedias, y a jurar, por la sombra sagrada de esos héroes, que cada uno de nosotros estará en su puesto de sangre y de sol para defender esta patria bendita de cualquier agresión futura.
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