La energía generada a partir de la biomasa es una de las formas mas prometedoras de reducir, en cantidades importantes, el CO2 proveniente de la combustión del carbón y el gas natural.
La mayoría de los estudios realizados por los expertos han desalentado la idea de la fabricación de combustibles a partir de cultivos alimentarios como el maíz. Sin embargo las fuentes no alimentarias de biomasa se pueden quemar directamente, mediante tecnologías avanzadas de combustión que generan electricidad y calor de formas que producen un gran ahorro de energía, así como una importante reducción de la polución causante del calentamiento global. Además, pronto llegará la comercialización de una nueva tecnología para la creación de combustibles líquidos a partir de cultivos no alimentarios.
Origen de la energía de la biomasa
Una parte de la energía que llega a la Tierra procedente del sol es absorbida por las plantas, a través de la fotosíntesis, y convertida en materia orgánica con un mayor contenido energético que las sustancias minerales. De este modo, cada año se producen 2·1011 toneladas de materia orgánica seca, con un contenido de energía equivalente a 68000 millones de tep (toneladas equivalentes de petróleo), que equivale aproximadamente a cinco veces la demanda energética mundial. A pesar de ello, su enorme dispersión hace que sólo se aproveche una mínima parte de la misma. Entre las formas de biomasa más destacables por su aprovechamiento energético destacan los combustibles energéticos (caña de azúcar, remolacha…) y los residuos (agrícolas, forestales, ganaderos, urbanos, lodos de depuradora…)
Biomasa y sus tipos
Se distinguen varios tipos de biomasa, según la procedencia de las sustancias empleadas, como la biomasa vegetal, relacionada con las plantas en general (troncos, ramas, tallos, frutos, restos y residuos vegetales…); y la biomasa animal, obtenida a partir de sustancias de origen animal (grasas, restos, excrementos…).
Otra formas de clasificar los tipos de biomasa se realiza a partir del material empleado como fuente de energía:
Natural.- Es aquella que abarca los bosques, árboles, matorrales, plantas de cultivo, etc. Por ejemplo, en las explotaciones forestales se producen una serie de residuos o subproductos, con un alto poder energético, que no sirven para la fabricación de muebles ni papel, como son las hojas y ramas pequeñas, y que se pueden aprovechar como fuente energética. Los residuos de la madera se pueden aprovechar para producir energía. Los biocarburantes son combustibles líquidos que proceden de materias agrícolas ricas en azúcares, como los cereales o de grasas vegetales, como semillas de colza o girasol de calabaza (biodiésel). Este tipo también puede denominarse como “cultivos energéticos”. El bioetanol va dirigido a la sustitución de la gasolina; y el [biodiesel] trata de sustituir al gasóleo. Se puede decir que ambos constituyen una alternativa a los combustibles tradicionales del sector del transporte, que derivan del petróleo.
Residual.- Es aquella que corresponde a los residuos de paja, serrín, estiércol, residuos de mataderos, basuras urbanas, etc. El aprovechamiento energético de la biomasa residual, por ejemplo, supone la obtención de energía a partir de los residuos de madera y los residuos agrícolas (paja, cáscaras, huesos…), las basuras urbanas, los residuos ganaderos, como purines o estiércoles, los lodos de depuradora, etc. Los residuos agrícolas también pueden aprovecharse energéticamente y existen plantas de aprovechamiento energético de la paja residual de los campos que no se utiliza para forraje de los animales. Los residuos ganaderos, por otro lado, también son una fuente de energía. Los purines y estiércoles de las granjas de vacas y cerdos pueden valorizarse energéticamente por ejemplo, aprovechando el gas (o biogás) que se produce a partir de ellos, para producir calor y electricidad. Y de la misma forma puede aprovecharse la energía de las basuras urbanas, porque también producen un gas o biogas combustible, al fermentar los residuos orgánicos, que se puede captar y se puede aprovechar energéticamente produciendo energía eléctrica y calor en los que se puede denominar como plantas de valorización energética de biogas de vertedero.
Biomasa seca y húmeda
Esto tiene mucha importancia respecto del tipo de aprovechamiento, y los procesos de transformación a los que se puede ser sometida para obtener la energía pretendida.
¿Cómo se convierte la biomasa en combustible?
Los biocombustibles de primera generación transforman biomasa con almidones de fácil acceso, tales como el maíz, la palma o la caña de azúcar. Los almidones vegetales se convierten en azúcar mediante un proceso llamado triturado. Los biocombustibles de segunda generación se fabrican deshaciendo la estructura celular de las plantas no alimentarias, tales como el pasto varilla, para liberar sus azúcares. En ambas generaciones. Los azúcares siguen un proceso de fermentación que produce alcohol, el cual se destila a fin de obtener etanol para carburante.
El dilema de la biomasa es que esta energía producida en teoría es renovable porque el carbono que produce proviene de las plantas a través del proceso natural de la fotosíntesis. Sin embargo, la energía consumida en la transformacíon del material vegetal en una forma de enrgía utilizable proviene con frecuencia de combustibles fósiles, que no son energías renovables.
A menudo, los beneficios aún superan los costes, pero de momento «son necesarios» para poder determinar con precisión que enfoques son realmente útiles para resolver el cámbio climático, así como para cumplir otros objetivos deseables, tales como la reducción de nuestra dependencia del petróleo extranjero y la conservación del agua y la biodiversidad.
¿Fuente de energía renovable?
A fin de tomar decisiones estratégicas inteligentes respecto del uso de la biomasa como fuente de energía renovable, primero debemos dar los pasos necesarios para garantizar que la materia prima de los biocombustibles se produzca de un modo realmente sostenible:
- La cosecha de biomasa no debe causar la destrucción de los ecosistemas.
- Al cultivar biomasa se debe minimizar las emisiones de CO2.
- Se debe utilizar cultivos no alimentarios, a fin de evitar una presión ascendente sobre los precios de los alimentos, así como un mayor desmonte de terrenos. (Se puede vivir sin petróleo pero sin comida no )
- El uso del agua debe ser sostenible, tanto en términos de cantidad como de calidad.
- La fertilidad del suelo debe ser preservada y, allí donde sea posible, mejorada.
- El bienestar social y económico de los actores implicados debe respetarse y, allí donde sea posible, mejorarse.