Sin embargo, no es sólo mi entrañable amigo Albert quien está en la estantería polvorienta de mi humilde morada, es también Kafka, es también Hesse, es también Sábato.

Esta noche les hablaré de Ernesto Sábato y su impecable redacción, que entre tanto devenir oculta a un personaje ególatra que peca por no ser vanidoso y aun así no deja de rayar en la vanidad, llamase al mismo Juan Pablo Castel, un pintor que por desesperación o por desconocimiento mata a la mujer que encarnó sus más vívidos momentos el imborrable paso del amor por su vida, de la obsesión reiterativa por amarla sólo para sí.

Este es el tipo de hombre analítico que se esconde tras las sombras de sí mismo para no sólo ocultar lo que es él sino también su percepción del mundo al resto, en demasía megalómano Juan Pablo ejemplifica la inteligente y la brutalidad, la creatividad y la falta de imaginación en el mismo ser que lucha fervientemente por comprender lo que sucede dentro de sí mismo, el espiral sin fin, el vacío sentimental.

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