En los años 90 cursaba una maestría en administración pública, y no parábamos de estudiar el caso chileno, como modelo de gestión en la administración pública, y los casos de estudios de la maestría ponderaba la estabilidad y la institucionalidad chilena. La revista América Economía, (que en la época de los 90s se leía bastante en Guayaquil) mostraban las ventajas de vivir en Chile y cualquier cosa que ocurría en Santiago, como el café con piernas era el evento continental. Se vendía a la sociedad chilena una suerte de sociedad ideal, el ejemplo a seguir en Latinoamérica.
Hasta que surgió la oportunidad de visitar Chile, estuve tres semanas. El primer choque que tuve fue que en Santiago no vi rostros indígenas, los santiaguinos tenían biotipos más o menos constantes. Otro choque fue la comida, poniéndolo en términos generosos los chilenos comen sano, con casi ningún condimento en sus comidas. Luego visite un lugar folclórico “Los buenos muchachos” estuvimos bailando y la música que ponían era aburrida, no sé si la música de este sitio sea la generalidad de las discotecas chilenas, pero es un lugar muy turístico así que ellos debían mostrar lo mejor de farra (carrete) chilena.
Estas experiencias fueron formando un concepto de la cultura chilena: es aburrida, esto no es ningún descubrimiento ya que los mismos chilenos se dicen que son fome (aburridos). Los chilenos tienen fama de considerarse los suizos de América, desde el punto de vista material yo estoy de acuerdo con eso, pero al igual que la cultura suiza, la cultura chilena es aburrida.
Esto último me lleva a otra conclusión: será que las culturas aburridas son las culturas productivamente eficientes. Que no se puede obtener lo mejor de ambos mundos una cultura que sea eficientemente productiva y sepa maximizar el disfrute de la vida. Capaz que no, capaz que habría que elegir entre el subdesarrollo con diversión o el desarrollo con aburrimiento.
La experiencia en Chile fue excelente, ya que fui con la intención de valorizar todos los logros alcanzados en Chile, pero termine por valorar algunas cosas que tenemos en el Ecuador, un país, con debilidades institucionales y con inestabilidades políticas y económicas, hemos botados tres presidentes constitucionales, pero que tiene un encanto único con respecto a los otros países: su diversidad biológica y cultural.
Ahora soy un convencido que Ecuador tiene mucho que ofrecer al mundo, donde el turista puede apreciar la vida en su máxima diversidad, algo que poquísimos países en el mundo pueden ofrecer.