El poder político, de todo presidente autoritario, no viene propiamente de su carisma o de las acciones que este hace, sino los vacios de institucionalidad que existen en el Estado. Estos vacios institucionales son creados por nuestra cultura conservadora y desconfiada a las personas y los cambios. Nosotros los ecuatorianos nos estamos tan dispuestos a apoyar iniciativas nuevas ya sea por temor a lo nuevo ó ya sea por envidia que nosotros no somos el de la original idea, recreando de forma repetitiva la historia de los cangrejos dentro del balde.
Los vacios de institucionalidad que crea nuestra cultura, siempre serán llenados por algún “salvador de la patria” o algún “ungido por el destino”. Y la cultura Latinoamericana y en particular la cultura ecuatoriana es un ecosistema ideal para que emerjan y se sustenten estos tipos de liderazgos.