26 Ago 2010 @ 1:57 AM 

En el momento en el que el uso de Internet interfiere en las actividades diarias de un modo significativo es cuando puede ser considerado patológico. Según un estudio, existen dos grupos de jóvenes que corren el riesgo de sufrir adicción a Facebook y otras redes sociales: aquellos con baja autoestima y los que buscan emociones fuertes.

Foto: David Curieses

 

La red social Facebook cuenta ya con 130 millones de usuarios en todo el mundo y ha llegado a superar a Google como página más visitada en Estados Unidos. Se pueden compartir fotos, noticias, recuperar el contacto con amigos del pasado o enviar de forma sencilla invitaciones a eventos, entre otras muchas interacciones posibles. Sin embargo, según el porcentaje que barajan diferentes estudios, podría haber en torno a tres millones de personas que han convertido el uso de esta página web en una «dependencia».

Un decálogo elaborado por un grupo de fanáticos de la red social perfila los síntomas del internauta «enganchado»: «Su fotografía del perfil ha llegado a formar parte del esquema corporal del adicto a Facebook. Cree que realmente se ve como esa imagen, la mejor, en todo momento». «Una de las máximas realizaciones en la vida personal y social de un adicto es que alguien le desee «feliz cumpleaños» en su muro. Si logra tal cosa, siente que ya ha vivido lo suficiente», dice otra de las premisas.

«Si esto es sólo para matar el aburrimiento», justifica un internauta. Otros, sin embargo, reconocen el peso de las redes sociales en sus vidas: «Tengo que escribir con mayúsculas porque tanto “face” me tiene medio ciega, es una pandemia», ironiza una usuaria de la red social. Son algunos de los comentarios registrados en el grupo «Mi adicción a Facebook me está preocupando… y mucho…».

«Sí, lo admito, soy culpable pero es la consecuencia de no tener trabajo», reconoce una incondicional para quien otro internauta tiene la réplica: «Gracias a él se pasan más rápido las aburridas horas de trabajo este mes». Otros prefieren banalizar la situación: «¿Y cuándo van abrir una clínica para políticos adictos al poder ?».

Cuando una actividad pasa a ser patología
Los expertos reconocen ciertas analogías entre la adicción a Internet y el juego patológico, la adicción al tabaco, el alcoholismo o las compras compulsivas, con la salvedad de que en una persona «enganchada» a las redes sociales no existe una sustancia responsable de la conducta adictiva.

El psiquiatra Federico Tonioni explica que «el uso patológico de Internet provoca síntomas físicos muy similares a los que manifiestan los toxicómanos en crisis de abstinencia», que se traducen en ansiedad, depresión y miedo de perder el control de lo que ocurre en Internet. Los síntomas: pérdida de las relaciones interpersonales, cambios de humor, alteración de la percepción temporal, empleo compulsivo del medio, el ‘fetichismo tecnológico’, la privación del sueño y problemas físicos de diversa naturaleza como dolor de espalda, vista cansada, etc.

La línea que separa un hobby de una adicción es muy delgada.  Una persona que se sienta fascinada por las redes sociales, donde invierte cantidades ingentes de tiempo con la posibilidad de aprender, fomentar la creatividad y comunicarse estaría dentro de las pautas que conlleva cualquier otra afición. Los problemas surgen en el punto en que se traspasa el uso de la tecnología y aparecen las consecuencias derivadas directamente de la actividad.
Según el catedrático Enrique Echeburúa la adicción llega cuando esa afición «interfiere en tu vida cotidiana o no se busca esa conducta para pasarlo bien, sino para no pasarlo mal».

Perfil del «adicto»
Las adicciones relacionadas con la Red se agrupan en cinco tipos: la sexual (dependencia del sexo virtual o la pornografía), la relacional (relativa a las redes sociales), la compulsiva (adicción a los juegos de azar, las compras, etc), la adicción a las descargas (búsqueda compulsiva de información) y la dependencia de los ordenadores (relacionada con los videojuegos).

En general, en el caso de las redes sociales el perfil del adicto es un joven, varón, con un elevado nivel educativo y cultural, y habilidoso en el uso de la tecnología informática. Se apunta a la timidez como uno de los rasgos habituales, ya que el sujeto encuentra en el ciberespacio la posibilidad de liberarse de la ansiedad producida por las relaciones sociales cara a cara, ganando en autoconfianza, dado el relativo anonimato que proporciona Internet.

El profesor de psicología John Suler señala  en esta línea que aquellos que frecuentan los foros, chats y redes sociales tienen en común la búsqueda de estimulación social. Las necesidades de filiación, de ser reconocidos, poderosos o amados subyacen a este tipo de utilización de la Red.

Cómo «desengancharse»
Los adictos al chat, las redes sociales o al email pueden mejorar súbitamente en el momento en que sus necesidades de comunicación en la vida real aumenten o bien cedan las circunstancias que las restringen.

Una de los numerosos departamentos médicos que van arreciando para tratar al «ciber-adicto» se encuentra en el Policlínico Agostino Gemelli de Roma. Los pacientes acuden sólo durante el día a un ambulatorio en el que se sigue un riguroso protocolo de intervención. El objetivo siempre es reinsertar progresivamente al enfermo en un   grupo de rehabilitación para «reactivar su contacto con la vida y con los demás». No en vano, el abuso de la Red ha podido arrastrar al paciente a la creación de una identidad ficticia, el aislamiento social y hasta a la obesidad derivada del sedentarismo, entre otras consecuencias.

Posted By: cdemera
Last Edit: 26 Ago 2010 @ 02:09 AM

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