Ayudar de verdad.
Una vez leí una frase muy bonita que ya no recuerdo literalmente pero decía algo como: cuando hayas ayudado sin pensar en que te devuelvan el favor algún día, habrás ayudado de verdad.
Me gustó esta frase porque me sentí identificada con ella. Siento que las personas muchas veces «ayudamos» pensando en alguna retribución posterior. Por eso ayudar a un animalito me parece un acto lleno de sinceridad y desinterés.
En el trabajo de mi papá había una gata (callejera) a la que los empleados solían alimentar. Un día fue atropellada y mi papá recordó que hace una semana había parido pero había escondido a sus gatitos. Los buscó y una vez hallados, los trajo a casa.
Cuidar gatitos no es nada fácil. Hay que asearlos, estimularlos constantemente, alimentarlos con mucho cuidado y se duerme poco. Requiere tiempo y paciencia.
Sin embargo es algo que hago con mucho gusto.