Miro hacia atrás y observo lo que hacía, cuando físicamente sentíamos que lo podíamos todo, hoy lo deseo de nuevo, poderlo todo.

Hoy vi a esa persona que nos enseñó, a mí y a decenas, a no rendirse, a recuperarse cuando perdíamos y volver a buscar el primer lugar. Hoy vi a Maggi Campos.

Recuerdo todo lo que nos hacía poner durante los entrenamietos, me veo y pienso que soy una figura de acción con todos sus accesorios.

«Pónganse paletas, aletas, pullboy, jean, cinturón con vasitos, amárrense una funda y naden!»

«Vamos!, hoy corremos desde la Jorge Delgado hasta el Policentro y regresamos»

«Vamos!, son 40 vueltas a la piscina y luego hacemos sapitos y flexiones de pecho»

No había quien nos detenga, nos enseñó que podíamos nadar, andar en bicicleta y luego correr, sin descanso.
Descubrimos que la responsabilidad entre deporte y estudios se podía cumplir.
Nos puteó, nos gritó, nos enseñó, y aunque suene masoquista, todo valió la pena.

En aquel punto de mi vida, cuando estaba en la escuela no valoré eso como ahora. Actualmente no corro, nado ni la tercera parte que antes pero mis ganas de hacerlo hoy volvieron.

Al verla, y ver nuevamente a ese grupo de compañeros con los que sudamos la camiseta hasta que nos acalambrábamos, se siente tanta satisfacción y alegría de saber que en nuestro entorno algún día fuimos «pequeños superniños» que salían de la piscina para ponerse su casco, subirse a su bicicleta, pedalear hasta completar las vueltas y luego correr y correr hasta llegar a la meta.

Sensación de alegría, motivo de agradecimiento a ti Maggi Campos.