El equipo no es solo el equipo que juega cada juego en la cancha y finaliza cuando termina el ultimo tiempo. El equipo es un equipo aun cuando luego de no estar allí sigue siendo la motivación de muchos, sigue siendo ese halo de esperanza que todos creemos y con el que nos sentimos grandes porque somos parte de él.
El jugador, el entrenador, el director, el que hace limpieza al camerino, la barra, todos y cada uno somos el equipo. No es la posición en la que juegas la que importa, es lo que somos cuando lo hacemos. El que me haya quedado del avión por la causa o motivo que sea, es suficiente para preguntarme una y otra vez que es lo que hago allí, que es lo que tiene que ocurrir conmigo, cual es la oportunidad que tengo hoy?
Descubrirla y vivirla hace la diferencia. Todos los días es un nuevo ciclo de oportunidades, el cómo hacer las cosas hace la diferencia, la perseverancia, la confianza y la esperanza en el equipo es lo que motiva a un director a levantarse como el ave fénix: desde las cenizas, el hacer que ocurran las cosas depende solo de mí. Si quiero resultados diferentes, tengo que hacer cosas diferentes todos los días.
Un equipo también es el pueblo, un equipo se distingue cuando sus integrantes juegan minuto a minuto creyendo que son equipo y viviendo en apoyo el uno del otro. Las peleas, las discusiones de los jugadores son producto del desconocimiento de cada uno de ellos, verlo en su grandeza a cada jugador es importante para comprender por qué esta allí en esa posición. Valorarlo en sus actitudes, en aquellas en las que sobresale, es lo que requiere un equipo para saber que el juego ofensivo es frente al oponente y no frente al jugador de tu mismo equipo. En definitiva, conocerlo y reconocer a tu amigo en su grandeza. Al final, los resultados son los que cuentan. Adelante equipo!