Un grupo de 12 profesoras y estudiantes de la Licenciatura en Turismo de la Espol decidimos hace unos meses empezar un proyecto de investigación sobre el turismo y la mujer. Queremos recoger y analizar información sobre la situación de la mujer en los ámbitos laboral, político y académico del turismo en la costa del Ecuador. La idea es identificar cómo el sexismo o la desigualdad entre hombres y mujeres se manifiesta a través prácticas sociales poco estudiadas en el ámbito turístico ecuatoriano, incluyendo el uso de la imagen de la mujer como adorno en la publicidad turística (Senplades, 2013); desigualdad en el acceso a cargos públicos y directivos (OMT, 2010); la identificación de trabas institucionales y sociales que impiden que las mujeres emprendan negocios turísticos; la existencia de brechas salariales entre los hombres y mujeres que trabajan en la actividad (Ordoñez, 2001); y los retos de la mujer en la academia y la investigación turística.
Sin embargo rápidamente nos hemos dado cuenta de que nuestro tema acarrea un doble prejuicio: resulta que no sólo ha sido difícil convencer a la gente que los estudios científicos sobre turismo son necesarios (eso ya lo sabíamos), sino que ha sido mucho más difícil que la gente crea que los estudios de género son pertinentes en nuestro país. En otras palabras, resulta que mucha gente no cree en nuestro proyecto.
Esta incredulidad puede ser analizada desde dos perspectivas. Una es la incredulidad institucional cuando se considera que los temas de investigación como el nuestro no son científicamente relevantes ya que en este momento el Ecuador necesita investigación orientada a las ciencias duras y a la innovación tecnológica… En otras palabras, cualquier cosa que sea inmediatamente aplicable y que no sean ciencias sociales o artes. Si no me creen, revisen las áreas de estudio priorizadas en la convocatoria abierta de becas de la Senescyt 2014. Paradójicamente, el Plan Nacional del Buen Vivir 2013-2017 considera que la desigualdad de género afecta el desarrollo económico y las relaciones sociales, y la superación de las brechas de género es considerada un aspecto prioritario de la agenda ecuatoriana de desarrollo. Igualmente, el Gobierno Nacional ha identificado al turismo como un área estratégica para el cambio de Matriz Productiva, por lo que se ha anunciado una inversión de 600 millones de dólares en el sector, y se ha iniciado la súper ambiciosa campaña “All you need is Ecuador”. En consecuencia, mientras en papel la superación de las brechas de género y el desarrollo del turismo son importantes para el país, en la práctica no hay becas de postgrado o financiamiento para proyectos de investigación en éstas áreas del conocimiento.
Por otra parte tenemos la incredulidad social y se refiere a la creencia generalizada de que los estudios sobre la mujer, o en este caso, sobre la mujer y el turismo, son irrelevantes porque la igualdad de género ‘ya se ha alcanzado’. En otras palabras, ahora que las mujeres pueden votar, comprar propiedades, abrir cuentas de banco, estudiar una carrera universitaria y salir a trabajar sin el consentimiento de su padre o esposo, ya no es necesario hacer investigación sobre sexismo. Pero el sexismo, la discriminación y la violencia de género son aún prácticas sociales comunes y para comprobarlo basta ver las noticias mundiales y locales. Ahí nos encontramos con las 223 adolescentes raptadas por el grupo guerrillero Boko Haram en Nigeria, la mujer que fue lapidada por su esposo en Pakistán, o la conocidísima historia de Malala, la niña pakistaní a quien le dispararon por defender su derecho de ir a la escuela. El Ecuador no se queda atrás. Según datos del INEC, en nuestro país 6 de cada 10 mujeres han sufrido violencia de género, y una de cada cuatro mujeres ha sufrido algún tipo de violencia sexual. De igual manera, una rápida mirada al sitio web ‘sexismo cotidiano’ nos recuerda de manera alarmante como las mujeres somos diariamente discriminadas tanto en países en vías de desarrollo como en países altamente desarrollados.
El sexismo y la violencia de género no son prácticas sociales que se producen en el vacío, sino que están fortalecidos por una sociedad en donde se cree por ejemplo que los hombres son fuertes y las mujeres son débiles, donde se cree que los niños se deben vestir de celeste y las niñas de rosado, donde se incita a la violencia sexual a través de la música y donde las mujeres son un adorno reconocido por su físico y no por su capacidad intelectual. ¿No se convence que Ecuador es así? Encienda la tele y ponga cualquier noticiero. En el segmento de farándula, vea lo que tiene puesto la presentadora. ¿Es realmente necesario que la falda sea tan alta? ¿Y esas tomas a las piernas? A eso me refiero cuando digo que en ciertos ámbitos las mujeres son consideradas un adorno. La incredulidad social significa que el sexismo (y el machismo) están tan arraigados en nuestra sociedad que ni nos damos cuenta de que somos sexistas.
¿Qué tiene esto que ver con turismo? Bastante. Según la OMT, el turismo, más que otras actividades económicas, promueve el acceso de las mujeres a la fuerza laboral y constituye un vehículo para el empoderamiento político, social y económico de la mujer, especialmente en países en vías de desarrollo (OMT, 2010). Sin embargo, mientras hay más mujeres que hombres trabajando en turismo en el mundo, según la OMT (2010), la mujer percibe salarios menores y tiene menos oportunidades para acceder a puestos directivos en el sector privado. Es más, cuando la mujer se considera un ‘adorno’ o un objeto que embellece el destino (de la misma forma que las mujeres embellecen nuestros noticieros), el turismo puede promover el tráfico de menores de edad y la prostitución infantil. Piense en Brasil. Mujeres, ¿verdad? Pues resulta que la prostitución infantil se incrementó gracias al turismo que trajo el reciente mundial de fútbol.
El sexismo en el ámbito turístico existe… Pero en Ecuador no sabemos cómo se manifiesta y cómo nos afecta económica y socialmente porque nunca se lo ha estudiado. Sencillamente no sabemos si el turismo promueve oportunidades para la mujer ecuatoriana o la denigra a un objeto que adorna el destino, o las dos cosas. Por eso el tema tiene relevancia científica. No obstante, la incredulidad institucional y social en este tipo de temas significa que es muy difícil obtener apoyo o financiamiento para nuestro proyecto. Desde mi punto de vista, la poca fe que se le tiene a la investigación social nos va a pasar la cuenta en algún momento, porque si bien es cierto que necesitamos desarrollarnos económica y tecnológicamente, también debemos saber quienes somos y cómo nos comportamos los ecuatorianos para reflexionar como sociedad y guiar la elaboración de políticas públicas que nos permitan superar los arraigados problemas sociales que tenemos y que no son pocos. El sexismo en el sector turístico podría ser uno de ellos.
Mujeres y sexismo en la publicidad turística. Ni responsable, ni sostenible, ni consciente
Estoy escribiendo esta nota como una tardía reflexión a propósito del día de la mujer, porque es hora de que discutamos un poco sobre la forma en que se nos refleja a las mujeres en la publicidad turística nacional. Ciertos destinos en el Ecuador, especialmente los de la Costa, se siguen promocionando con chicas en bikini que posan sensualmente junto a una piscina, junto a una playa o en las instalaciones de un hotel como si fuese propaganda de cerveza, o de hecho, como si fuesen el Extra. ¿Recuerdan la última FITE en Guayaquil? No sé si otros lectores experimentaron lo mismo en sus redes sociales, pero al menos mi página principal de Facebook se inundó durante dos días con fotos de una teta verde. No de toda la muchacha desnuda, sonriente (supongo) y artísticamente (supongo) pintada de verde que promocionaba quién sabe qué destino, sino de la teta. ¿No les parece que es hora de que hablemos de esto?
Generalmente la justificación detrás del uso de mujeres en poses sensuales en la publicidad de destinos es que es artístico y que es una forma de admirar la belleza de la mujer ecuatoriana. En mi opinión, lo que en realidad estamos haciendo es usar a las mujeres con fines económicos, y sí, poner su cuerpo a disposición de otros. Como sucedió en el stand aquel en la FITE, donde quizá hubo intenciones artísticas que se fueron denigrando en el ojo y fotos de celular de los espectadores. ¿No les parece que deberíamos tener más cuidado con la imagen y el mensaje que estamos enviando? – Venga a las playas de Ecuador, donde puede disfrutar libremente del paisaje y de las mujeres.
Lo que dicen las investigaciones en marketing es que usar mujeres es básicamente, vagancia, además de poco conocimiento de cómo se hacen las decisiones de compra con respecto al turismo: los marketeros usan chicas en bikini y otras imágenes sensuales como último recurso cuando el producto que se vende no es bueno. Pero da la casualidad de que el producto turístico Ecuatoriano sí es bueno y además diverso… y además barato. ¿Por qué recurrir entonces a la publicidad fácil? Con respecto a las decisiones de compra, varios estudios señalan que en el caso de parejas y familias, son las mujeres las que escogen las opciones de destinos turísticos para las próximas vacaciones (Mottiar & Quinn, 2004), o al menos es una decisión compartida (Broner & deHoog, 2008). Por si esto fuera poco, los países que constituyen nuestro mercado objetivo son en su mayor parte países en donde la igualdad de género es un tema muy serio, así como lo es la compra de paquetes y la visita de destinos donde se promueva un turismo ético. En otras palabras, cuando usamos mujeres en poses sensuales en nuestra publicidad turística no sólo no estamos llegando a nuestro público objetivo, sino que podemos hacerlo desistir de su decisión de visitar a nuestro país.
Por el lado ético pues ya mucho se ha escrito del turismo como una actividad que promueve la igualdad y la justicia social. Sin embargo, cuando usamos el cuerpo de una mujer para vender un destino, estamos promoviendo la desigualdad de sexos: las mujeres están a disposición de ser vendidas y los hombres tienen el derecho de compra y el derecho de uso. Está bien documentado cómo destinos turísticos que se promocionan a través de sus mujeres no solamente han visto el incremento de visitas por turismo sexual, sino también tráfico ilegal de niñas y niños, y finalmente la llegada de mafias internacionales que terminan controlando varios sectores del turismo local (Andrews, 2003; Jhappan, 2005; DeGuinn, 2008). Los ejemplos de Cambodia, Thailandia y Costa Rica hablan por sí solos. Así es como el turismo no sólo se vuelve insostenible, sino que se convierte en promotor activo de la desigualdad, la injusticia social y la violación de los derechos humanos. No, el uso inconsciente de mujeres en la publicidad turística muchas veces no es artístico, casi nunca es responsable, y definitivamente no es sostenible.
* Gracias a Nelson Cevallos por sus valiosos comentarios.
Hace poco vi con agrado uno de los videos que ha lanzado el Ministerio de Turismo para promocionar nuestro país durante el 2012. El video se enfoca principalmente en nuestros recursos naturales (aunque por ahí salen unos Diablos Uma) y la frase clave dice algo como ‘ven a reencontrarte con tu escencia, con tu historia natural, con tu evolución… en el país que la creó’. La parte visual es fabulosa (esa es mi opinión, claro) y no sólo se representa a un Charles Darwon maravillado, sino a una ballena jorobada ¡volando!
Otra vez estoy escribiendo sobre temas de marketing que como ustedes ya saben no son mi fuerte, pero eso no me impide meter la cuchara. En un minuto y 42 segundos de video se mezclan dos ideas, una artística-el realismo mágico, y la otra científica-la teoría de la evolución. Creo yo que la combinación se hace con gran impacto visual y pocas palabras. Bien logrado, yo diría. ¿Por qué? Porque las teorías de Darwin y el realismo mágico como corriente artística son reconocidos en el mundo entero y se los asocia inmediatamente, a Darwin con las Islas Galápagos y al realismo mágico con América Latina.
¿Qué tal seguir en esa línea? Puede que esté equivocada pero me parece que somos el primer país latinoamericano que está apuntando al realismo mágico como estrategia de promoción. Después de todo, hay estudios que sostienen que el realismo mágico literario nació en Ecuador. Se me ocurre que más que un video aislado, la estrategia de campaña del Mintur podría apropiarse de la idea con fuerza y seguir de largo. Ya me imagino alguna idea sacada del cuento de la Banda de Pueblo -de José de la Cuadra- en un video promocional, o de un cuadro de Endara Crow. Wikipedia dice que el realismo mágico ‘se define como una preocupación estilística y el interés de mostrar lo irreal o extraño como algo cotidiano y común’, también incluye una visión estética de la vida, se enfatiza lo sensorial como parte de la percepción de la realidad y se distorsiona el tiempo. ¿No les parece una idóneo para promocionar Ecuador? Después de todo, cualquier turista que haya tenido la experiencia de pasar un carnaval en Guaranda, saborear un buen hornado, ver un velorio pasar por la 9 de Octubre de Guayaquil o simplemente treparse a un bus interprovincial (se me viene a la mente el trayecto La Libertad-Puerto López, con música cortavenas), no puede negar que el realismo mágico se vive cada día en el Ecuador.
Hay una razón más por la que creo que los países industrializados y post-industrializados que constituyen nuestra demanda turística responderían a este tipo de campaña. Max Weber hablaba del ‘desencantamiento del mundo’ para referirse a cómo la racionalidad, el pensamiento científico y la búsqueda de poder económico del hombre moderno acabó con la magia. Justamente por eso el hombre postmoderno trata de traer la magia de regreso: se redescubre lo sensorial en oposición a lo racional, se exteriorizan los valores, la cultura y se acogen los diferentes puntos de vista. Un ejemplo que tengo aquí cerca es Hastings, un pueblo costero inglés donde la Fiesta de Jack in the Green, una tradición ancestral que se celebraba para el comienzo del verano, se perdió a finales del siglo XIX, es decir, con la Revolución Industrial. El pueblo recientemente ha empezado a revivirla, y ahora es un atractivo para turistas nacionales . Esto es un ejemplo de cómo los ingleses están tratando de recuperar sus hadas, sus dragones y sus magos Merlines. En otras palabras, están tratando de recuperar la magia.
Sin embargo, en países como el nuestro la magia nunca se fue. En mi opinión está ahí, lista para redescubrirla y compartirla con nuestros visitantes.
Staycation es el término en inglés para referirse a las vacaciones en casa o en lugares que están cerca de casa. Viene de una combinación entre las palabras en inglés stay= quedarse y vacation= vacaciones. ¿Quizá en español sonaría algo así como quedaciones? En fin, ese no es el punto. El punto es que las staycations son una práctica social que se ha popularizado enormemente en países desarrollados como Estados Unidos, Reino Unido y Australia gracias a las crisis económicas que han venido azotando a estos países en los últimos años. En Estados Unidos el 2008 fue un año marcado por las medidas económicas de austeridad y por el surgimiento de esta nueva forma de turismo… que es en realidad una forma de no-turismo. ¿Loco, verdad?
No tanto. En días pasados, el partido de oposición para las próximas elecciones de Australia lanzó una campaña para promover staycations entre ciudadanos australianos como un ejemplo de la política turística que seguirían si ganan las elecciones. Política que busca recuperar parte de los 5 billones de dólares que los australianos gastan en el extranjero cada año cuando se van de vacaciones. Pero no sólo políticas gubernamentales promueven staycations, también la empresa privada en países como Reino Unido promociona el turismo nacional como una forma de ahorrar dinero en tiempos de crisis y recuperar el patrimonio natural y cultural. Ciertamente los organismos nacionales de turismo de países receptores como el nuestro deben mantenerse atentos a cómo nos afecta una tendencia como esta (VisitBritain viene midiendo el fenómeno desde el 2008). Digo, si todos promueven esto de quedarse en casa, ¿quién nos va a visitar?
En todo caso, ese tampoco es el punto. El punto es que el ecuatoriano promedio, a diferencia de la gente en países desarrollados, nunca ha tenido dinero suficiente para viajar cada año al extranjero. En otras palabras, los ecuatorianos hemos venido haciendo esto de las staycations desde siempre*. Y aparentemente, lo hemos venido haciendo mal. Y ahora voy a explicar por qué.
Las staycations significan estar de vacaciones en nuestra propia ciudad (o país). Si estuviéramos visitando una ciudad en el extranjero, ¿qué haríamos? ¿Ver tele? No creo. ¿Quedarnos en la cama todo el día? Para nada. ¿Salir y conocer y aprovechar nuestro tiempo ahí? Definitivamente. ¿Ven el punto? Staycations son un cambio de actitud hacia nuestro entorno. Un cambio de actitud con respecto a nuestra cotidianidad. ¿Qué tal visitar ese museo al que nunca hemos ido? ¿Qué tal visitar los sitios turísticos concienzudamente, tratando de entender el significado de los sitios históricos, edificios, munumentos y calles, tal como lo hacemos cuando estamos en el extranjero? ¿Qué tal hacer el esfuerzo de salir cada uno de los días de nuestro staycation y hacer una de las actividades que nuestra ciudad nos ofrece? Y claro, combinar esto con otros días de descanso en casa y no hacer nada.
Aquí unos tips:
- Planear un día de inicio y un día de finalización de las staycations, igualito que si nos fuéramos a otra parte.
- Planear actividades para cada día y por adelantado. Visitas locales, museos, parques, lo que ustedes quieran.
- No revisar el mail del trabajo y conectarse a la computadora por tiempos limitados – como si se estuviera pagando por el servicio en un hotel o un cybercafé.
- Dejar los arreglos en casa y las tareas domésticas para otro momento. ¿Quizá separar un par de días para eso antes o después de nuestras staycations?
- Usar nuestro entorno. ¿Qué tal un picnic en nuestro propio patio? Divertido y ambientalmente responsable.
- Y lo más importante, tener la mente abierta a conocer y sorprenderse de lo interesantes que son nuestros propios espacios.
¿Alguien tiene alguna otra idea? Yo, francamente necesito tener staycations en Guayaquil. Me da vergüenza admitirlo pero nunca he visitado Manglares de Churute, por ejemplo.
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*Para los que les interesa la parte conceptual. Staycations sería una combinación entre turismo doméstico (visitas a otros lugares del país de residencia habitual, según la OMT, 1994); más lo que Boullón, Molina y Rodríguez (1984) llaman recreación – visitas de día a lugares cercanos sin el interés de pernoctación en el destino; más algo así como no-turismo, es decir, quedarse en casa durante las vacaciones.
Hoy he estado pensando en cómo las políticas del gobierno de la Revolución Ciudadana, el Plan Nacional del Buen Vivir y la nueva Constitución del Ecuador reflejan un interés en la inclusión, participación e inversión social, en el fomento a la igualdad de género y en la protección de la pluriculturalidad. Y en lo que esto significa para el turismo.
Sin adentrarnos en juicios de valor sobre la política gubernamental actual y sobre todo sin afán de discutir ideologías (ese no es el alcance ni el objetivo de este espacio), sí me gustaría discutir lo que podría ser el turismo de la revolución ciudadana y las oportunidades que esto representa. ¿Por qué? Porque las políticas del Ministerio de Turismo de un gobierno elegido democráticamente deberían reflejar plenamente la ideología y los lineamientos generales de la política gubernamental. En otras palabras, si el gobierno es de izquierda, las políticas que guíen la planificación del turismo también deberían ser de izquierda. ¿Por qué? Sencillamente por cuestiones democráticas. Porque esos son el gobierno y la ideología elegidos democráticamente por el pueblo ecuatoriano.
¿Cómo sería el turismo de la revolución ciudadana? Entre otras cosas se me ocurre que podría garantizar el acceso al descanso, el viaje y la recreación a la mayoría de los ecuatorianos. No sólo a través de la construcción de infraestructura en la que los políticos de turno puedan poner una placa con su nombre, no. Estoy hablando de políticas oficiales de turismo social y mecanismos de aplicación relacionados al IESS, o al Ministerio de Inclusión Económica y Social, por ejemplo.
Otro punto que promueve la inclusión social es el fomento a microempresas e iniciativas de turismo comunitario. No a través de la elaboración de productos turísticos por parte del gobierno – en mi opinión eso no le compete, la competencia del gobierno es gobernar, no producir bienes para el consumo – sino a través del fomento de redes productivas entre pequeños, medianos y grandes empresarios. Los medianos y grandes empresarios están dispuestos, siempre y cuando los pequeños mejoren la calidad de sus productos. Aquí la capacitación en cuestiones prácticas como el uso de las tecnologías de información, contabilidad y negocios son mucho más necesarias que la capacitación en turismo.
La aplicación del Reglamento para el registro de los Centros Turísticos Comunitarios (2009) es esencial y urgente en este proceso de inclusión productiva. Es una forma de legitimar el turismo comunitario con la finalidad de que el sector privado deje de percibir estas iniciativas como informales y fuera de la ley. Es un punto de partida fundamental para homogeneizar las reglas del juego e inducir al diálogo entre los diferentes actores sociales del turismo ecuatoriano.
Por otra parte, el objetivo 1 del Plan Nacional del Buen Vivir consiste en «auspiciar la igualdad, cohesión e integración social» en el Ecuador con enfoque de igualdad de género. Simultáneamente se percibe al turismo como un instrumento de empoderamiento de la mujer según el último reporte de las Naciones Unidas y la Organización Mundial de Turismo (2011). En este preciso instante la OMT necesita proyectos que aterricen la agenda de las Naciones Unidas y generen conciencia sobre la mejora de las condiciones de trabajo de las mujeres en el turismo. Ecuador podría tomar la batuta y ser un ejemplo mundial en este sentido, de la misma forma en que años atrás lideramos iniciativas de ecoturismo y turismo comunitario.
Por último, se podría mejorar la participación social en la toma de decisiones a través del incentivo a la conformación de organizaciones de gestión de destino que reflejen y representen a los diferentes actores sociales y sectores productivos en un marco de igualdad, de diálogo y sobre todo, de intercambio de información para el trabajo articulado… Eso es una forma de participación social en la toma de decisiones y políticas públicas como lo establece el artículo 96 de la Constitución. Eso sería una verdadera revolución democrática en el turismo de nuestro país.
El gobierno de la revolución ciudadana representa oportunidades en relación con el acceso al descanso y fomento a la movilidad de los ecuatorianos, inclusión social y de género, oportunidades de redes de producción y participación social en la toma de decisiones. Un turismo más justo, más ético y más democrático. Nada es nuevo, en realidad. Estoy segura de que muchos puntos coinciden al menos en la práctica con algunos esfuerzos que han estado o están en ejecución. Sin embargo es la política general del Ministerio de Turismo (el Turismo Consciente) y las acciones para programadas para el 2012 las que a mi parecer, pueden sintonizarse mejor con la política del gobierno a través de un discurso homogéneo que establezca de una manera clara y articulada hacia dónde se está apuntando.
Esta semana fui al World Travel Market que se realiza todos los años en Londres. Fui especialmetne a ver la presentación sobre el Global Report on Women in Tourism elaborado por la Organización Mundial de Turismo (OMT) en el 2010.
Entre los conferencistas estaba la Ministra de Turismo de Paraguay, Liz Cramer, quien muy abiertamente lamentaba que en su país la percepción del rol de las mujeres en turismo ha sido tradicionalmente vinculada a los Reinados de Belleza. Como escribí antes, lo mismo aplica para Ecuador y probablemente para otros países en desarrollo. Por otro lado, ella misma es la prueba viviente de que esa percepción está cambiando. El documento de la OMT encontró que el 20% de los ministros de turismo alrededor del mundo son mujeres y es mucho más probable que una mujer lidere turismo antes que cualquier otra cartera de Estado. Sin embargo, las (pocas) mujeres en posiciones de liderazgo siguen ganando de 10 a 15% menos que sus colegas hombres.
Aún cuando hay más mujeres que hombres empleadas en el sector turístico en el mundo, el tipo de trabajo que realizan está marcado por estereotipos de género. En otras palabras, por machismo, o por sexismo. En las líneas aéreas por ejemplo, las áreas de venta, counter y auxiliares de vuelo están dominadas largamente por mujeres. Mientras, el 95% de los pilotos de aerolíneas comerciales son hombres. Aún más alarmantes son las cifras y los casos de explotación, tráfico de mujeres y acoso sexual directamente relacionados al sector turístico. Algo que ha sido tradicionalmente tolerado (y fomentado) por la industria, según este interesantísimo reportaje de The Guardian.
El Secretario General de la OMT, Taleb Rifai, enfatizó en su intervención que el problema no es solamente una cuestión de ética y de género, sino de derechos humanos: en su intervención comparó el necesario despertar de las mujeres en el turismo con las revoluciones que se dieron en la primavera árabe y que se siguen dando en el mundo a través de diversos movimientos sociales. Según Rifai, los retos de la OMT están orientados a hacer conciencia del papel igualitario de las mujeres en el empleo, así como a promover las microempresas turísticas y las cooperativas de mujeres organizadas. Luego, un par de mujeres de países en desarrollo hablaron de sus dificultades para acceder a préstamos y obtener permisos para sus negocios turísticos. «El problema son los estereotipos – decía Zainab Ansel, una emprendedora de Tanzania – la gente no creía en mi negocio porque soy mujer. La gente no creía que yo podía llevar a mis turistas a escalar el Kilimanjaro». Al final la sala que estaba repleta estalló en aplausos.
Justo después de la charla, fui a visitar el stand de Ecuador. La Miss Ecuador en Reino Unido era la anfitriona de nuestro stand (que por cierto estaba prácticamente sola). Nuestra reina de belleza recibía a los visitantes vestida de garota y alegremente posaba para tomarse fotos con los hombres que le pidieran. No sé qué opinen ustedes, pero a mi, francamente, me dio vergüenza.
Como todos los años, el Dr. David Edgell, autor de Tourism, policy and planning (2008), ha hecho su lista de los aspectos importantes del turismo mundial a tomarse en cuenta para el año 2012. Probablemente los primeros sean algo obvios, pero en mi opinión los últimos se van poniendo más interesantes. Vale destacar que el Profesor Edgell es un académico estadounidense y a pesar de que hace su lista con contribuciones de académicos de diferentes partes del mundo, yo estoy segura de que la lista vería distinta si se hiciera aquí en el Reino Unido.
En todo caso, me gusta que el autor cambió la redacción original del punto 10, donde se hablaba de la importancia de tener modelos de planificación generales para comunidades y países. En la lista revisada (ver abajo) más bien se habla que la planificación turística debe de fortalecer liderazgos locales. Tiene razón, los modelos de planificación turística a veces se aplican sin tomar en cuenta las necesidades del destino. ¿Qué opinan ustedes? ¿Les llamó la atención algún tema de la lista?
Fuente: David L. Edgell Sr., PhD
Professor of Tourism, East Carolina University
Department of Hospitality Management
Research Scholar, Center for Sustainable Tourism
Septiembre de 2011
Se escribe mucho acerca del turismo como mecanismo de inclusión social. Quienes estamos ligados a la actividad probablemente hemos leído acerca de cómo el turismo puede ayudar en la eliminación de la pobreza y en la disminución de la brecha social. El turismo social y el turismo solidario son ejemplos de como se puede promover una sociedad más justa y más tolerante a través del viaje. De hecho la paz, tolerancia y comprensión mutua son seguramente los temas más repetidos en el Día Mundial del Turismo desde 1980.
Sin embargo poco se habla del turismo como política de exclusión y ahora lector, le voy a poner un ejemplo. Si usted está ligado a la actividad turística quizá participó en algún taller, conferencia o congreso donde el presentador dijo algo que sonaba más o menos así: ‘Nuestro objetivo para el destino X es captar turistas de calidad que inyecten las divisas necesarias para nuestro desarrollo’. En estos casos, turistas de calidad es una forma educada de decir turistas con cierto estatus social y poder adquisitivo (que conste que hay otras formas de entender el término). A los pobres no los queremos en nuestro destino ¿verdad? Sólo hacen uso del territorio, no consumen y molestan a los locales suele ser el dicurso… en otras palabras son turistas de poca calidad. Eso, mi querido lector es un ejemplo de cómo las políticas del destino pueden convertirse fácilmente un mecanismo de exclusión social.
Ahora si usted como yo, es ecuatoriano, seguramente cada vez que piensa en viajar a algún país que no sea Ecuador le pasa lo mismo. Nada de emocionarse pensando en el destino o en las actividades que se podrían hacer, no. Primero hay que pensar en la en la visa y en los documentos que nos van a pedir esta vez. Si bien es cierto que Ecuador no le pide visa a absolutamente nadie que se quede en nuestro país por menos de 90 días, a los ecuatorianos casi todos los países nos piden visa de turista.
Ahora que necesito una semana de vacaciones estoy pasando nuevamente por el fastidioso trámite de probar que soy una persona honorable con suficientes medios para hacer turismo. Certificados por aquí, cartas por allá, fotos mirando de frente (sin sonreír, por favor) y lo más importante, estados de cuenta y/o certificados de ingresos mensuales. Documentos que probablemente no le enseñaría ni a mi mejor amigo. Y luego pararse frente a una ventanilla, entregar todo, responder a las preguntas denigrantes con una sonrisa. Quizá consiga la visa, pero los ecuatorianos sabemos que ahí recién empieza la cosa. Después nos toca enfrentarnos a los agentes de migración.
En todo caso, la visa de turista es otro ejemplo de exclusión social a través de las políticas del destino y es una forma de limitar la libre movilidad de los individuos. Si lo queremos ver así, los ecuatorianos en general, todos los ecuatorianos, somos turistas de poca calidad en el panorama mundial. Sería bueno preguntarnos a qué nos sabe antes de tratar de aplicar políticas similares de exclusión cuando planificamos destinos dentro de nuestro país.
Ciertamente a veces el turismo no es de todos.
Como algunos de ustedes saben estoy haciendo mi tesis doctoral y viajé a Ecuador a finales de febrero para recoger mi información de campo. La tesis se enfoca en la gobernanza del sistema turístico de Santa Elena y para eso apliqué entrevistas y encuestas a diferentes actores sociales del turismo en toda la provincia, especialmente en las comunas que tienen ya una actividad turística establecida.
Así que hice base en La Libertad y desde allí recorrí una y otra vez la recientemente ampliada vía costera hasta La Entrada de norte a sur y de sur a norte buscando a mis informantes, la bellísima carretera E15. ¿O debería decir la Ruta del Sol? ¿O la Vía del Pacífico? ¿O la Ruta del Spondylus? No estoy diciendo que solo debería existir una, ya que los alcances geográficos de las tres vías son distintos (si no me equivoco la Ruta del Sol va desde Salinas hasta el sur de Manabí, la Vía del Pacífico va desde Mataje en Esmeraldas hasta Salinas y la Ruta del Spondylus incluye toda la Vía del Pacífico, más la Provincia costera de El Oro, más el norte de Perú). Sin embargo, sí debería haber una señalética coherente que ayude al viajero a llegar a su destino, especialmente para el tramo de carretera en que todas las rutas parecen coincidir, que es la vía costera de la provincia de Santa Elena.
Puede ser que los turistas nacionales ya estemos acostubrados a lidiar con la desinformación en nuestros viajes por tierra (además hay que admitir que los ecuatorianos preferimos mil veces bajar la ventana del carro y preguntar a los transeúntes antes que leer los letreros o buscar direcciones en un mapa); pero francamente si fuera una turista extranjera, hubiera dejado esta tierra linda sin saber a ciencia cierta qué fue lo que visité. Y si no, veamos las fotos de la señalética existente en este momento.
Hemos oído que el turismo es el futuro del Ecuador muchísimas veces y su significado en el discurso oficial siempre encierra optimismo: creemos en esto y lo vamos a apoyar. Quienes oímos la frase percibimos que tenemos mucho por hacer y que hay que poner manos a la obra. Empecemos a trabajar ahora para que algún día nos llegue el turismo, esa lluvia maravillosa que nos moja a todos. Quizá ya es hora de cambiar de discurso. El turismo no va a llegar por arte de magia a fuerza de repetir que es nuestro futuro. No basta bailar la danza para que llegue la lluvia.
Como mencioné arriba, decir que el turismo es el futuro es una metáfora poderosa. Desde mi particular punto de vista ya no es una metáfora aplicable al Ecuador. Si por un lado refleja la predisposición y la buena voluntad de los gobernantes, por otro lado crea una perspectiva conjunta de que el sistema turístico en el Ecuador está en pañales y es inmaduro. En otras palabras, la frase envía un mensaje fuerte y claro de que podemos experimentar y desde ese punto de vista está bien tomar medidas poco deliberadas porque que estamos aprendiendo y está bien equivocarnos. Pero la realidad es otra.
Pensar que el turismo es el futuro es ignorar el presente y si bien es cierto no recibimos tantos turistas como otros países, nos están llegando alrededor de un millón de visitantes al año. Los ingresos por turismo llevan 10 años balanceándose entre el 3º y 7º lugar en el Producto Interno Bruto de nuestro país, 15.700 establecimientos turísticos estaban registrados a nivel nacional al cierre del año 2008, empleando a 85.000 trabajadores (sin contar el auto empleo y el empleo informal), mientras más de 30 universidades ofrecen84 diferentes titulaciones en turismo a nivel de pregrado a nivel nacional. Tomemos uno de los indicadores: si en cada una de las carreras ofertadas se gradúan 25 estudiantes al año, cada año tenemos más de 2mil nuevos profesionales buscando y creando empleo en turismo en el país. No en 20 años, no en 5 años: ahora. Las decisiones que se toman y se dejan de tomar con respecto al desarrollo de la actividad ya no afectan un futuro intangible, sino a gente que ya ha invertido tiempo, dinero y esfuerzo.
No, el turismo no es el futuro del país. El turismo es el presente del país y mientras más rápido nos demos cuenta de esto, mejor.
Fuentes: