En medio de la nada, viendo hacia no sé donde porque el pensamiento ha hecho que me fije en un punto el cual no observo aunque mi mirada se dirija hacia él, en un estado zombie viviente, ideas van, ideas vienen, todo sobre mi vida, qué he hecho de ella, qué me queda por hacer.

El uso de un Dios.

Un Dios para temer, un Dios para adorar, un Dios para idolatrar, un Dios para rezarle, para pedirle, otro para conversar, otro para que nos proteja. Que sin fe no hay nada, que sin fe no hay salvación, que Jesucristo murió en la cruz por nosotros, que María era virgen cuando quedó embarazada.

Me preguntaron: -Si pudieras retroceder el tiempo, a qué época irías.
Yo dije: – A la época de Jesús, desde que el ángel se le presentó a María.
-¿Para qué?
-Para escribir la historia completa.

Es que para el incrédulo y curioso que tiende a ser picado por no saber el por qué de las cosas, o para el que cree a veces porque siente que recibe señales; en ambos casos, YO…. no basta con que los demás le digan que debe tener fe.

Porque la fe tiene su trampita, se trata de creer, en lo que no ves.
Pero si no lo veo como lo creo?
Ahí está! De eso se trata.

Puedo tener fe de que te irá bien, te irá mal, pero se me hace más difícil decirte que tengas fe, en Dios.

Es que no defino bien la palabra Dios.
Ser magnífico que con su poder creó al hombre y los planetas, el universo lo hizo él.
Extraterrestre?
Fuerza molecular muy grande?

Y a donde se fue?

Si vino el hijo de Dios una vez, hablo de Jesús, por qué no viene de nuevo, en otro cuerpo obviamente, pero me refiero al hecho de que si el mundo está tan mal, y necesita un cambio, y el cerebro humano no entiende que debe hacer bien las cosas, que venga Jesús para que ponga orden. Mi ignorancia será eliminada y diré que he sido un gran tonto por no creer con todas mis fuerzas. Y los que han esperado se sentirán a salvo.