06 Nov 2012 Una propuesta para mejorar la productividad en Ecuador
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Una propuesta para mejorar la productividad en Ecuador


La propuesta no es complicada, si no más bien difícil de digerir por culpa del analfabetismo económico al que nos han sometido nuestros profesores de economía pro-estado:

1.- Cerrar el Ministerio de Trabajo.
2.- Eliminar el Código Laboral
3.- Erradicar, incluso con enmienda constitucional, el salario mínimo

¿Qué resultados podemos esperar de esto?

En primer lugar cada provincia puede crear (siendo sensatos lo mejor es decir, no-crear) un marco para el trabajo y la inversión que pueda compararse con el de otras provincias y ver «qué funciona mejor». En segundo lugar, se respeta la voluntad de cada empresario y trabajador de pactar las condiciones (contrato) que mejor convengan a ambas partes, sincerando las relaciones laborales y volviéndolas éticas en vez de politizadas. Y en tercer lugar, la gente joven o con menos talento, la cual no vale la pena contratar por el salario mínimo (+beneficios+decimoterceros y cuartos+IESS, entiéndase) va a poder trabajar por horas o por un sueldo menor. Es preferible que todos trabajemos a que haya unos pocos mejor colocados y una buena porción frustrada, emigrando o aprendiendo oficios de dudosa calidad, por no decir, aprendiendo a delinquir. El salario mínimo les quita la posibilidad de entrenarse y ganar habilidades, y mientras quedan al margen no aprenden nada ni aportan a la creación de riqueza en nuestro territorio, lo cual eleva los salarios reales en un círculo virtuoso. (Pregúntenle a Irlanda o Chile recientemente)

La propuesta es derribar la «solidaria» y «progresista» propuesta de interponer el Estado como una tercera parte no invitada y malévola en resultados, a los contratos entre empresas y empleados. De todos modos lo único que genera mejores condiciones de trabajo, incluyendo salarios reales (lo que compran cada mes) es la mayor inversión de capital per cápita. No es la «compasión» del político ni la sabiduría del burócrata. El pleno empleo, esa obsesión de los malos economistas, es más bien algo natural en ausencia de intervención estatal liderada por sus ideas.

Dicen que la diferencia entre el marco laboral europeo (que hemos copiado por influencia de la izquierda) y el norteamericano se resume en tres palabras «You are fired!». Si es costoso despedir, se piensa dos veces antes de contratar. El resultado es que el capital humano se ubica no donde es más productivo socialmente, si no donde consigue mejores condiciones (ni hablar de empleos estatales) o puede asegurarse ciertas «garantías». Si no estamos compitiendo por las posiciones importantes en la producción, tampoco la educación gana valor en la economía, y por eso la gente mientras más se educa más desperdiciada se siente en empleos como los que ofrece una economía poco capitalizada y de poca división del trabajo como la nuestra.

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