Sentir
De un pensamiento en diurna soledad
Se atiborra en multitud cubriendo la húmeda mirada
En la tempestad que corroe el tiempo
Y el haz angosto de luz de sol estatua
Se esconde de no ser el intruso innato
A una figura de vacías intenciones
De sus días en eones
Constante tumulto furtivo de mil navajas
De fuego taciturno
Penetran las paredes altas de espejos sucios
Murallas babilónicas de cual salen en fila
Una tras otra, sin orden de muerte
Palabras inútiles que nacen de dentro en decepción
Y escapan moribundas a un lugar en transparente ruido
Pasando a oídos de interés desolado
Y a almas de idioma equívoco
Así se llega a la deriva de uno que se pierde en multitud invisible
A minutos efímeros de un ave en descenso desgraciado
¿Qué se espera, entonces, de un rumor hastío,
Un futuro difuso, un final blanco, un espacio de falso reposo,
Un sufrimiento infinito o fugaz, unos demonios de piel y palabra?
De esto no se sabe y no se puede conocer
Solo permanece el longevo esperar
Y el deseo reacio a cultivar.