Estaba en el Mall del Sol hablando con unos compañeros, llegó la hora de irse y una de mis amigas pasaba por el San Marino en su carro, ahí me dejó. Yo iba a coger el bus que me lleve a mi casa, pero cuando crucé la calle no me dirigí al paradero, sino que seguí caminando por la calle del Policentro, la que te lleva hasta la Estatal. Iba por el parque de la Kennedy cuando me topé con Alex, un compañero muy religioso que ha tratado de motivarme al bautizo. Yo solía asistir a sus charlas, pero de repente hablar del mismo tema no me gustó y dejé de ir, hoy me lo topo de nuevo. Conversamos sobre mi tesis mientras caminamos, pasamos por la Universidad Estatal, esquivamos estudiantes para poder avanzar, cuando llegamos a la 9 de octubre nos detuvimos . Obviamente él me preguntó cuando podíamos seguir con las charlas, yo le dije que no quería. Nos despedimos.

Seguí mi camino por la calle Tungurahua, algunas cuadras cercanas a la 9 de Octubre están muy pobladas de gente caminando, pero más adelante, es un desierto de postes y casas. Tuve miedo, me podían robar en cualquier momento. Tenía sed. Iba por la calle Colón, creo que era esa, cuando un tipo en una bicicleta se acercó, me dijo OYE COLORADO!.

Solo he sido colorado cuando regresé de Montaña sin ponerme bloqueador así que ese tipo habló tonteras, yo soy «amarillo». Ese tipo de gente que se te acerca de repente y te habla así como que todo sabido no da nada de confianza así que los nervios me hicieron hablar: -NO ME PIDAS NADA! . Le dije con voz de cabreado, y me quedó viendo, yo seguí caminando, el siguió en su bicicleta. Miré para atrás un par de veces para asegurarme que se alejara.

Caminaba y caminaba, me empecé a cansar, las calles eran desoladas. De repente hallé mucha luz que provenía de varios restaurantes, la mayoría eran asaderos de pollo. La calle era Gómez Rendón. En la esquina había un puesto de morocho, me tomé uno ahí sentado frente a la carreta.

Seguí mi camino. Me dio más sed. Mientras caminaba veía las calles perpendiculares a Tungurahua, en la mayoría habían 2 o 3 personas. Los postes no estaban dañados por suerte, siempre había algo de luz. Me topé con un vagabundo antes de detenerme en Calicuchima a comprar una botella de agua.

Seguí mi camino, alcancé al vagabundo que se me había adelantado cuando me quedé comprando agua. Ya las calles se ponían más tenebrosas, oscuras y otras alumbradas, menos gente en unas, más gente en otras. Había grupos de vecinos conversando afuera de sus casas, mayores, jóvenes, solo hombres, solo mujeres, con sillas plásticas, con banquitos, algunos bebiendo cerveza, niños jugando en el portal. Muchos niños, en medio de la calle jugando a no se qué, otros más grandes jugando índor, carros abandonados, el Hotel Queen que debería llamarse Hotel Blue porque es demasiado azul, hasta las luces.

Me hubiera gustado tomarle una foto a ese hotel, para que vean lo azul que es.

Mi agua se acabó,  llevé mi botella vacía el resto del camino, llegué al final de la calle Tungurahua en una curva lamparísima que la caminé más rápido solo por si acaso. Iba por Acacias, gente!, mucha gente!. Me sentí más seguro o menos inseguro. Hay varias carretas que venden comida chatarra y puestos de venta de CD´s pirata.

Hay una parte de ese camino que es muy estrecho, han puesto unas rejas verdes a la altura de la curva que lleva de la calle Antepara a la 25 de Julio. Sigo por Acacias, paso peatonal a un lado, gente esperando bus en el paradero. Mall del Sur!, ya está cerrado, son las 9 y 40 de la noche. Hospital del IESS, con cuatro o cinco homosexuales en la esquina.

Sopeña, gente esperando bus.Puentes de la Perimetral, qué difícil que es cruzar esas calles, muchos tráilers pasan. La panadería de colombianos, banco de la vivienda.. Por fin! Riocentro Sur!

Me duelen los pies.  Pero fueron dos horas interesantes. No todos los días se atraviesa la ciudad de norte a sur, caminando 😉

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