septiembre 24, 2009

Eran los años 80 y sonaba la canción Será varón, será mujer, lo que Dios quiera como la primera vez, ha de venir con la ilusión de ser el niño que soñamos con amor.

En esas épocas, no hacían ecografías y era casi imposible predecir el sexo del bebe, pero en mi interior sabía que Dios me iba a dar la dicha de tener una niña…

HIJA:

Llegaste hace 29 años, a las seis de la mañana de un día miércoles 24 de septiembre. Tu venida fue una bendición, eres un regalo de Dios y conoces esa historia familiar…

Maduraste precoz, quizás por el hecho de ser la clásica hija sandwich, pasaste a ser competitiva al punto de reclamar siempre por mejor atención y más afecto.

Fue arduo comprender tus puntos de vista, pero cuando comencé a vislumbrarlos, percibí que no solo tenías la razón, en ciertas cosas, sino que tu tenacidad y fortaleza eran mi apoyo.

Has ido cumpliendo una a una tus metas y me atrevo a decir que con esfuerzo propio. Se que tienes un corazón generoso e infinita bondad, valores que muchas veces ocultabas, pero que gracias a Dios aprendiste a aflorarlos con una bella sonrisa en tu rostro.

Y es que la vida es así, mí querida hija: matizada con altos y bajos, que te dan la oportunidad de sonreír o de salvar los momentos tristes. Nada es perfecto, todo es esfuerzo.

Si pudiera proyectar mis pensamientos, en este instante se me ocurre cuando me decías: ¿Mamita pequeña Lulú adónde vas? y te contestaba a la luna y querías que te lleve. Yo te respondía que no, porque eras muy pequeña y podías resbalarte; a esta edad, sabes que ir a la luna y resbalarse en la vida, no es imposible; esto es la vida misma, un conjunto de sueños, ilusiones, planes, proyectos y metas, donde puedes tambalear, resbalar y volver a surgir.

Ahora vives tu propia vida y tienes que cuidarla porque no es eterna. Conoces las grandes diferencias y puedes reconocer el bien. Sé que sabes conducirte con dignidad y avanzarás hasta donde tengas que llegar. Solo quiero que sepas que estoy orgullosa de ti querida hija y que mientras Dios lo permita, puedes contar conmigo y yo contigo.

Te quiere mucho

Mamá, tu pequeña Lulú.

septiembre 18, 2009

Y se va la vida…

Tener una máquina, escribir sonetos,

cuartillas, poemas, quizás hasta versos,

pensar con tristeza la niñez  ya ida,

arrastrar recuerdos, cosas de esta vida!

El amor que vibra siempre es primavera,

ilusiones rosas,  hermosas quimeras,

las ideas nuevas, los cambios que llegan,

es  metamorfosis externa e interna!

Se suspira entonces, se huele la hiedra,

se canta, sonríe, se llora y  sueña,

con fugaz sonrojo se mira y observa,

las cosas bellas que nos rodean!

Al pasar los años que inquietos golpean,

se frena de pronto,  se siente de veras,

que dura es la vida, que corta la espera,

qué caro es el precio que cobran en ella!

Se pierde, se gana, bingo de sorpresas,

se toma, se deja, sin que nos convenga.,

Caes, levantas, que pena así sea,

hoy eres joven, mañana no cuenta,

la vida es más corta de lo que se piensa!

Y de pronto, zas! Llegó  la hora de partir  ligera,

te vas sin maletas,  inquietud  de prisa,

sin visa, ni despedidas, ni una tarjeta.

Desfilas a la historia sin darte cuenta!

Que pasas a ser, la qué un día fuera…

Tomado del libro Con razón sensible de Luz Gabriela Rodríguez – 1990

septiembre 7, 2009

Una de las formas de llegar a los ángeles, es escribir una carta para que ellos intercedan de ángel a ángel y, si  necesitas ver a una persona que extrañas o quieres hacer una petición a una persona que no logras que te escuche, también puedes escribir o hablar con su ángel. Para eso prepara el entorno, enciende una vela blanca y coloca un vaso de cristal con agua hasta la mitad y en su interior una rosa puesto que simboliza la pureza  de pensamiento, intención y el amor hacia esa persona:

(*) Colocar nombre de la persona con quien se desea comunicación.

Al concluir tu carta o al terminar de hablar con el ángel de otra persona, dale gracias infinitas, por el amor con que te ha escuchado.  Esta forma de manifestar los pensamientos y emociones, nos redime  del apego y de las incertidumbres. 

Cuando se vive un mal momento, se exhorta a dejar partir el pasado, renunciar a ser víctima y despertar cada mañana pidiendo bendiciones y dando gracias a nuestro padre celestial por la oportunidad de un nuevo día.

Dios nuestro señor, te pido bendiciones para este día y al anochecer, gracias por permitir que tus ángeles cuiden de mí.     Te prometo que comenzaré una nueva vida  y me inundaré de ti