Costumbres

18th julio 2010

Caminando por el centro o sentado en un bus, observando a los que cruzan con nosotros la calle o viendo a través de la ventana, puedes darte cuenta que la falta de educación tiene sus consecuencias en la imagen que damos.

Pude ver como un hombre con su dedo se sacaba los mocos de su nariz y se los limpiaba en el poste de luz de una esquina. Otro, que seguramente la mayoría ha visto, hombre orinándose en las paredes. Y el que todos los días veo, siempre hay uno mostrando de una forma tan notoria su morbo hacia una mujer, palabras tan obscenas que solo en el diccionario de la real academia guayaquileña las puedes encontrar.

Avanzamos en tecnología, pero nos quedamos de año en buenos hábitos. Los más viejitos afirman que antes no era así y al menos simpre hubo respeto hacia la mujer. Tal vez antes todas las mujeres se hacían respetar y todos los hombres respetaban. De ambos es la culpa. De aquella mujer, cuyo autoestima es proporcional a cuanto más enseña de su cuerpo. Y de aquel hombre cuya falsa hombría es medida por cuanto más valor tiene para hacer público su morbo.

En parte depende de los valores que se enseñen en la escuela, en el hogar, y de cual sea tu actitud ante las tendencias de la sociedad que te absorben llevándote a hacer y decir cosas que no debes, que da en tí.

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