julio 11, 2011

            

          Al hablar de la parábola del sembrador, cada uno de los espacios en que cae la semilla parece predeterminado a dar un resultado. Una será comida de pájaros, otra no dará fruto, se secará y morirá antes de tener raíces y la que cae en tierra buena  será la que dé frutos abundantes.   Es por esto decisivo que cada uno de nosotros seamos “Tierra buena» para que la semilla que Dios siembra en todos pueda dar fruto abundante, respondiendo al anhelo, a las variables propias de nuestra libertad  y a la esperanza de nuestro Padre.

     

       Sin duda, no hay obligación a seguir un procedimiento, basta tener disposición personal a acoger la palabra de Dios, su semilla de vida, con corazón abierto, con profundidad, quitando obstáculos, recordando que hay un paso previo, también decisivo según las palabras de Jesús: el querer y saber escuchar la palabra que Dios nos dirige.

      Dios siembra para todos y entrega buena semilla, nadie es descartado o preferido, el resultado final está a la mano de cada uno de nosotros.   

       La semilla es LA PALABRA DE DIOS. El corazón de la persona es donde cae la semilla (la Palabra de Dios)

 ¿TE HAS PUESTO A PENSAR EN QUE TIERRA HA CAÍDO LA SEMILLA QUE PLANTÓ JESÚS EN TU CORAZÓN?