febrero 9, 2009

Como un ritual exacto de cada día sábado, ocho y quince de la mañana, estaba camino a degutar mi dosis semanal de omega 3 en un delicioso encebollado de albacora.

Nos ubicamos en la mesa de siempre, desde ahí, vi llegar a María, pensé en los tantos y tantos inviernos transcurridos para ambas, en nuestros hijos, en todo lo que compartimos y en cómo nuestras vidas tomaron diferentes giros, ella enviudó y yo, ustedes ya lo saben…

Al verla tuve el impulso de saludarla y sin pensarlo fui hacia ella. Fue un encuentro emotivo, rápido, quedamos en conversar cualquier día, abrí mi bolso y le entregué el pequeño gran libro de los ángeles y arcángeles.

Hoy lunes recibí este mail:

Estimada Gabriela: Buenos días, no quisiera ser muy formal al escribirle pero la verdad me he permitido hacerlo antes de iniciar mi jornada de trabajo para darle las gracias…De pronto no imagina por qué?, para ser breve: El día viernes estuve muy acongojada por un mal entendido en mi trabajo razón por la cual llamé por teléfono a mi madre, ella no sabía de que manera consolarme…

El día sábado por la tarde me reuní con ella y para aliviar mi tristeza por el mal momento que había pasado en mi oficina, me comentó que la había visto a usted y que no la reconoció…

Entre esas cosas llegó su libro a mis manos. No sabe la paz que invadió mi corazón, al leerlo sentí que era la respuesta a mi malestar, no sé por qué?, pero la sensación fue tan fuerte, que tomé la decisión de realizar una petición y estoy convencida de que pronto recibiré la respuesta que anhelo….Así que por este motivo ¡Gracias!….

Algo que he palpado es que Dios siempre envía de la manera más increíble a alguien para ayudarnos y créame, usted mediante sus relatos me ha ayudado mucho…Que Dios la bendiga.

Mariuxi Heredia Abad

Pd. Acabó de recibir una respuesta positiva a mi petición.

…Si Dios lo permite y mientras pueda hacerlo, cada día sábado acudiré por mi dosis semanal de omega 3 y un pequeño gran libro en mi bolso.

Luz Gabriela