agosto 7, 2009

Fuimos creados para andar por el sendero del bien, pero es nuestro libre albedrío lo que nos permite elegir la senda a seguir.

El camino del bien es angosto y lleno de dificultades; en cambio, el camino del mal es como una autopista de concreto de diez vías que te incita a correr, sin percatarte de que el peligro acecha.

Ubicarnos en el sendero positivo es ya un desafío; cumplir con un acto de amabilidad de hacer el bien sin mirar a quien, por amor a Cristo y a nuestros semejantes es redimir una ardua y diaria cruzada entre el bien y el mal.

No te niegues a hacer el bien a quien es debido,

cuando tuvieres poder para hacerlo.”

“No te niegues a hacer el bien. Proverbios 3:27

Lo correcto es mantener una ética de conducta en nuestros actos y no trasgredir los límites existenciales que nuestra propia conciencia va ubicando. Esto nos permite ser capaces de hacer el bien sin mirar a quien y sin esperar retribución alguna.

“Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis?” (Lucas 6:32-33).

Seamos sensibles y a pesar de las limitaciones existentes; hacer el esfuerzo por destinar un mínimo porcentaje de nuestros ingresos para ayudar al prójimo, es un acto de bondad.

¿Estás dispuesto a hacer el bien, sin mirar a quién?