mayo 14, 2009

Para que los ángeles y arcángeles se manifiesten hay una condición básica:

Los ángeles están aquí,  entre nosotros. Pero solo intervienen cuando  lo pedimos y responden siempre y cuando no interfieran con el plan de vida que nuestro padre celestial tiene trazado para cada uno. Jamás penetran directamente en nuestra voluntad, ni modifican nuestro razonamiento de forma arbitraria, respetan profundamente el libre albedrío que Dios nos otorgó.

Buscar su ayuda no es algo que se limite a un sistema de creencias religiosas.  Relacionarse entre sí es lo siguiente en nuestra evolución como género y también lo es en la evolución de los ángeles que se ocupan de nosotros.

La fe nos da un corazón limpio que nos aprueba avanzar. Si tenemos un cierto grado de conciencia y evolución, nuestro campo de energía nos facilitará  el  contacto anhelado.

Es simple. Ahora mismo, mientras estás leyendo, comienzas a meditar: adecua el entorno, enciende una vela blanca y  un incienso de suave fragancia. Siéntate con la espalda recta, los pies sobre el suelo y las manos sobre los muslos, cierra los ojos y convócalos; haz uso de tu voz que es poder y energía. Ora desde lo profundo de tu corazón, usa tus propias palabras y añade tus peticiones. Relájate y confía en lo primero que venga a tu mente. Permanece receptivo, acepta y confía que las cosas se dan por el bienestar absoluto. Lograrlo es recibir un preciado obsequio y un intenso catalizador en nuestro proceso evolutivo. 

Tomado del libro Entre Él y nosotros están ellos de Luz Gabriela Rodríguez.