junio 25, 2009

Good Morning – Bon jour.

En las últimas semanas he tomado el bus para ir a la oficina.  Por comodidad al subir y al bajar, optó por sentarme en la primera fila.  Durante el trayecto recibo  los alegres “buenos días” de los que van subiendo.

Al acoger este breve pensamiento se marca el inicio de la jornada y sin proponerlo intercambiamos una bendición, tras otra bendición. 

Saludar no es un acto de coquetería barata, es una ruptura del hielo con el que cada uno nos rodeamos, es un hábito de buenas costumbres y cortesía,  es llenarse de optimismo donde una frase amable ilumina y transfiere bendiciones; es una sencilla sonrisa que marca un nuevo empezar del día, que será mejor que el anterior, es desbordar energías positivas que se revierten y  llenan de felicidad.

Pero toda regla tiene su excepción y sin irrespetar el espacio de cada uno,  contrario a las personas cuyas miradas brillan y transparentan un feliz interior, observo  a quienes en mi cabeza he bautizado como  muertos-vivos ó vivos muertos.    Hombres y mujeres que viven recubiertos de hielo glaciar y que como zombis, suben y bajan sin mirar y sin articular frase alguna; avanzan rígidos, con el entrecejo encogido y la mirada perdida en el espacio infinito, tal vez divagando en alguna recóndita galaxia de un absurdo yoismo. 

Agudizo mis sentidos y pienso que se están perdiendo las bendiciones y  vibraciones positivas que brindan un efusivo intercambio de saludos. ¿Cómo ayudarlos?

Si estás triste, colmado de conflictos y problemas. ¡Quién no los tiene!  Intenta saludar con una frase o estrechando la mano derecha, mira a la persona mientras lo haces, o baja la mirada e inclina un poco tu cabeza en ademán cortés.    Es tan fácil saludar sin  importar el idioma con que lo pronuncies, sea inglés, francés, mandarín  o ruso, su valor es ilimitado y transmite una radiante energía.

T. Roosevelt: Cada día saludaba uno por uno a todos los sirvientes de la Casa Blanca. Un día, después de una de estas manifestaciones de interés por sus servidores, uno de ellos exclamó: “Este es el día más feliz que he vivido, y ninguno de nosotros cambiaría el saludo que nos da el señor Presidente por un billete de cien dólares.

Recuerda sonreir y saludar. Programa tu día para iniciarlo como el mejor de todos.