Iniciativa Yasuní-ITT se analiza desde diferentes ópticas
La Universidad de Guayaquil y el Programa para la Conservación y Manejo Sostenible del Patrimonio Natural y Cultural de la Reserva de Biósfera Yasuní de Naciones Unidas, presentarán el libro “La Iniciativa Yasuní-ITT desde una perspectiva multicriterial”; el martes 24 de abril, a las 18h30, la Casona Universitaria (Chile 900 y Olmedo).
En calidad de coautores de la obra, que se escribió desde octubre de 2010, expondrán los/as investigadore/as María Cristina Vallejo, Carlos Larrea, Rafael Burbano y Fander Falconí, quien aportó con el segmento: Análisis multicriterial participativo como herramienta útil para preservar el Parque Nacional Yasuní-ITT, antes de asumir sus funciones como Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo (Senplades).
“El análisis multicriterial permite construir consensos con actores, generar información y evaluar criterios económicos, sociales y ambientales. Esto ayuda a posicionar la Iniciativa y a promover las discusiones internacionales sobre cambio climático. Una vez establecido el fideicomiso para la Iniciativa (agosto de 2010), el Análisis Multicriterial (AMC) abre un abanico de posibilidades para consolidarla”, señala Falconí en su artículo.
En efecto, la perspectiva multicriterial valora la Iniciativa Yasuní-ITT y sus alternativas yendo más allá de los cálculos meramente económicos, añadiendo otros factores relativos a la sustentabilidad ambiental y social para la toma de decisiones.
La Iniciativa Yasuní-ITT, como expresión de una nueva política pública del Gobierno, y como una alternativa mundial a la extracción y quema de combustibles fósiles, plantea dejar las reservas de crudo pesado del bloque ITT bajo tierra, en el Parque Nacional Yasuní. Se trata de alrededor de 850 millones de barriles de petróleo.
Esta política se enmarca en el nuevo paradigma de desarrollo de la sociedad ecuatoriana: el buen vivir o sumak kawsay (quichua), que significa vivir con dignidad y considerar los valores culturales en armonía con la naturaleza. Marca, así, una diferencia con el modelo de “desarrollo sostenible” donde no ha cesado de crecer la concentración de CO2 en la atmósfera, con la consecuente pérdida de biodiversidad.
En ese sentido, Falconí reconoce que hay mucho camino por recorrer, pues las políticas propuestas en el ámbito internacional mantienen la lógica convencional de los “ajustes económicos”, que ahora parecieran trasladarse a los temas ambientales, generando una especie de “Bretton Woods verde”. Se plantea, así, un sistema institucional y financiero para “asistir” a las economías más pobres, como si fueran las que debieran “ajustarse” para llegar a una sostenibilidad ambiental global.