En nuestro país se ha hablado mucho sobre el ambicioso Plan Nacional Aeroportuario del Ecuador y se debe reconocer que aunque los plazos son alargados para las obras en construcción, terminan cumpliéndose. La necesidad u objetivos aerocomerciales son el crecimiento de la renta nacional, mediante el desarrollo económico de las áreas vinculadas y deben favorecer al transporte aerocomercial de pasajeros y cargas logrando también impulsar áreas turísticas, a los que ahora se llega mediante accesos terrestres.
Por igual, dentro de los procesos estandarizados de seguridad, los aeropuertos están siendo dotados de excelente tecnología para la protección al vuelo y ayudas para la navegación aérea, control de los equipos aéreos y otros en general.
La organización que los fomenta y controla y que debe facilitar el desarrollo de esta aviación aerocomercial es nuestra autoridad aeronáutica, ha dado muestras desde años atrás que la aviación ecuatoriana entró operativamente en vuelo seguro. Esto resulta muy importante, pero estamos notando que las infraestructuras inauguradas pudiesen empezar a no ser utilizadas, por no disponerse de una planificación comercial separada de la operativa para lograr su verdadero despegue y utilizaciones aeroportuarias. El tema cae dentro de la ausente promoción aerocomercial, así como la faltante vinculación promocional turística.
Los aeropuertos de la Costa y que se encuentran habilitados son los de Esmeraldas, Bahía de Caráquez, Portoviejo, Manta, Salinas (pendiente de construcción del nuevo Terminal, pero sin utilizarse las pequeñas y actuales instalaciones, que no son atendidas o administradas por la propia Institución ni por el Municipio o la Provincia) y el de Santa Rosa.
Este último aeropuerto orense inaugurado, tiene características muy modernas, una excelente capacidad, dispone de buena ubicación fronteriza con el Perú; se inició con la presencia de dos empresas nacionales, procediendo luego a reducir la oferta inicial hasta mantener pocas operaciones semanales y no cumpliendo las expectativas de su construcción. La llamada “Operación Fronteriza” lamentablemente no convoca aún, puesto que la única línea aérea peruana que se interesó fue para volar desde su país hacia Cuenca, no vinculada como ciudad fronteriza. Desconocemos si el gobierno peruano, ofrece ya los costos fronterizos acostumbrados para dichas operaciones.
Esta decisión no debe dejarse pasar, la red aerocomercial del país ha crecido, pero la empresa estatal no es la única que debe solventar las grandes inversiones para el inicio de operaciones, debiendo convocarse también a las privadas para que desde el inicio logren competitividad y si se tienen que ofrecer los denominados “incentivos” hay que proceder. Se habla de posibilidades internacionales, pero tampoco se ofrece un plan para que la inversión se produzca, sea interesante y rentable para volar.
El resto del país también tiene otros aeropuertos proyectados y con buenas pistas y no sólo para avionetas o equipos menores. Latacunga está demorado, esperando posiblemente que se inaugure Quito, y los orientales o amazónicos ubicados muy cercanos, no salen de la operación de Lago Agrio y Coca (Orellana) y ahora el de Tena, con el que se espera mucho, según se anuncia, pero comprando recién nuevos aviones.
Los Ministerios vinculados deben propiciar la reunión de fuerzas vivas locales, para que ésta gran inversión tenga vías de ser aprovechadas.
La otra idea es provocar la presencia de inversiones extranjeras para estos nuevos tráficos: internos o domésticos, regionales e internacionales. Por supuesto, manteniendo la soberanía del país en los niveles de inversión.
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