Acoso escolar o Bullying

Author: paoqueza  //  Category: Violeta

Acoso escolar o Bullying

El aula de clases es esencialmente un espacio de convivencia en el que se establecen las más diversas relaciones interpersonales. Dentro de este universo, las actitudes que conllevan cualquier tipo de agresión por parte de uno o más estudiantes a un compañero se designa con el nombre de ‘bullying’.
Este término, que en español significa intimidación, fue adoptado por Dan Olweus, psicólogo noruego, en la década de los ochenta para designar a la situación en la que un estudiante es acosado o victimizado de manera repetitiva con acciones negativas por uno o más compañeros. En países como Noruega, se considera que el 15% de la población estudiantil está relacionada con este fenómeno sea como víctima, agresora o testigo se consideraba víctimas de bullying.
El ‘bullying’ no se produce cuando estudiantes que comparten similares características físicas o psicológicas se enfrentan para solucionar sus dificultades y divergencias, ya sea a través de discusiones o peleas. Esos no son más que mecanismos que utilizan personas en igualdad de condiciones físicas y psicológicas para dirimir diferencias y que terminan sin consecuencias al solucionarse el conflicto.
                                                                   

 
El fenómeno de la intimidación o ‘bullying’ aparece cuando existe un desequilibrio de condiciones en el que una de las partes ejerce dominio o poder y la otra parte se considera incapaz de encontrar las formas adecuadas para defenderse. Hay que determinar cuál es el límite entre las bromas que son manifestaciones de una relación cordial de compañeros con las burlas o acciones que denigran la integridad de alguno de los miembros del grupo.

El ‘bullying’ se constituye en una forma negativa de socialización en la que se entabla una relación de víctima – agresor. La ‘víctima’ tiene dificultad para reaccionar y presenta algún rasgo en su temperamento o carácter que puede ser interpretado como un indicio de vulnerabilidad. La ansiedad, la inseguridad o la tristeza hacen que el agresor perciba a la víctima como alguien incapaz de defenderse.

El agresor expresa el deseo de dominar para satisfacer una necesidad de control que, a su vez, es una manifestación de situaciones más complejas como problemas familiares o frustraciones. En ocasiones, no se da cuenta del daño que está infligiendo, ya que no ha desarrollado la habilidad de ponerse en lugar de otro y puede llegar a considerar que actúa correctamente. Generalmente, el agresor cuenta con el respaldo de un grupo y es producto de ambientes muy rígidos o muy permisivos. Ha desarrollado un modelo de agresividad que no le permite resolver asertivamente los conflictos que se le presentan.

La intimidación escolar repercute en todo el sistema educativo. Los estudiantes que son testigos de casos de maltrato pueden generar actitudes de indiferencia o insensibilidad, o asumir la violencia como una reacción normal, llegando a ser cómplices del rechazo y la marginación.

SOLUCIONES

Si se produce maltrato es porque el sistema lo permite. Son los adultos los responsables de desarrollar estrategias que propicien un ambiente positivo en el que sea menos factible el aparecimiento de actitudes hostiles. En primera instancia, hay que crear pautas de comportamiento social y establecer normas de convivencia. Es en la cotidianidad donde se corrigen las situaciones que se consideran perniciosas y donde se establecen los límites para que dichas conductas no se produzcan.

Se debe determinar los comportamientos concretos de agresión para establecer las formas de intervención. El adulto no puede tolerar ni pasar por alto ningún acto de burla, desprecio o violencia en el espacio que tiene a su cargo.

Es posible establecer objetivos consensuados a nivel grupal para conseguir relaciones óptimas entre compañeros y generar las condiciones que permitan el normal desenvolvimiento del grupo. De esta manera se puede dar pasos efectivos con respecto al control y la corrección de actitudes inadecuadas tanto por parte de los agresores como de las víctimas. Es fundamental enfrentar la situación a través del diálogo y el trabajo constante.

Así como el Código de la niñez y la adolescencia establece, entre los derechos, que se “debe adoptar las medidas necesarias para eliminar toda forma de discriminación y garantizar la igualdad ante la ley, de niños y adolescentes sin distinción de nacimiento, nacionalidad, edad, sexo, etnia, color, origen social, idioma, religión, filiación, opinión política, situación económica, orientación sexual, estado de salud, discapacidad, diversidad cultural o cualquier otra condición propia o de sus progenitores”, se debe recordar que estipula, entre otros, que “son deberes de los niños y adolescentes respetar los derechos y garantías individuales  y colectivas de los demás y cultivar los valores de respeto, solidaridad, tolerancia, paz, justicia, equidad y democracia”.

Lo fundamental es crear la conciencia de que el bienestar de las personas que están a mi alrededor es, en gran medida, mi responsabilidad y, además, que tengo el deber de crear un ambiente de cordialidad y respeto para lograr que la vida de los demás transcurra en forma más placentera. Simplemente porque, a la larga, cada acto de generosidad que realiza un ser humano redunda en su beneficio y en la construcción de su verdadera felicidad.

Las formas en que se manifiesta el ‘bullying’ han sido agrupadas por el Dr. Olweus en ofensas verbales, intimidación psicológica, agresividad física, aislamiento social.

La ofensa verbal va desde insultar, aplicar apodos y ridiculizar hasta esparcir rumores. La intimidación psicológica implica amenazas para conseguir algo a cambio que, en ocasiones, puede llegar al acoso sexual. Las agresiones físicas van desde daños a la propiedad hasta golpes corporales. El aislamiento social consiste en el impedimento para que el individuo logre integrarse en el grupo.

FUENTE: http://www.planamanecer.com/recursos/docente/bachillerato/articulos_pedagogicos/diciembre/bullying.pdf