Este insólito lugar es denominado así porque en su interior habitan unas singulares aves nocturnas denominadas “tayos”, queda ubicado en el cantón San Juan Bosco en una zona montañosa irregular a 800 m.s.n.m. entre los ríos Coangos y Santiago en la Cordillera del Cóndor que es un parque binacional, porque Ecuador y Perú lo comparten, se presume que este lugar tendría unos 4.000m2 de longitud, su temperatura mínima es de 19º C y la máxima de 30º C.
El acceso al sitio consiste en descender por un túnel vertical que tiene unos 2 metros de diámetro de boca y 60 de profundidad aproximadamente. El descenso se dice es no apto para cardíacos, se realiza con un cabo y polea. Inmediatamente se abre un verdadero laberinto al excursionista, son miles de metros de misterio que deben ser recorridos en la más absoluta oscuridad, puesto que ni las linternas más potentes sirven ante semejantes galerías donde una catedral entera podría caber.
Se han descubierto valiosos objetos de gran valor cultural e histórico para la humanidad. Los objetos aquí hallados consisten especialmente en láminas metálicas que contienen probablemente el resumen de la historia de una civilización desaparecida, de la cual no tenemos hasta la fecha el menor registro.
En los alrededores de la Cueva de los Tayos viven los Shuaras, quienes en la antigüedad fueron conocidos con el nombre Jíbaros, denominación peyorativa para ellos, famosos inclusive por su coraje y el arte de las “tsanzas” o reducción de cabezas. Ellos son los primeros descubridores del sistema subterráneo, porque cada mes de abril suelen bajar a la cueva, para robar las crías de los Tayos que son un poco más grandes que una paloma, en medio de esta actividad se toparon con una serie de sorpresas. Lo más destacado del descubrimiento, fue sin lugar a dudas el hallazgo de enormes huellas sobre bloques de piedra que, por sus ángulos rectos y simetría, sugieren un origen artificial, hubo además unas finas láminas de metal con grabados e ideogramas, que se presume podrían ser de la época del Tahuantinsuyo y mucho antes también, además se han encontrado restos de artefactos de cerámica y conchas.
Según Juan Moricz, investigador húngaro argentino, la Cueva de los Tayos es sólo una de las tantas entradas a una civilización perdida, y lo más inquietante es que estaríamos hablando de un simple «arañazo» al mundo real de estos seres intra terrestres, que yacen a profundidades imposibles de alcanzar por el ser humano. Pero el descubrimiento no queda allí, Moricz estuvo en Perú, Bolivia y Argentina buscando más entradas antes de llegar a Ecuador. En varias entrevistas subrayó lugares como Cusco, el Lago Titicaca y Tierra de Fuego, como los posibles lugares desde donde se puede descender al “reino subterráneo». Tal vez uno de los testimonios más perturbadores es la existencia de una presunta biblioteca metálica, siendo así, y siempre bajo el testimonio de Moricz, allí encontraríamos registrada la historia de la humanidad en los últimos 250.000 años, una cifra que moviliza a cualquiera.
Entre las actividades que se pueden realizar tenemos: acampar en su exterior y realizar caminatas en su alrededor, tomar fotografías es también buena opción.
Andrea Solís