En los últimos días, hemos visto clarificadas las decisiones que postergan la construcción del nuevo aeropuerto de Guayaquil, previsto inicialmente para el 2015.
Mediante algunas declaraciones a la prensa, por parte de la Autoridad Aeroportuaria de Guayaquil (AAG) y de nuestro Alcalde, se confirmaría que diversas afectaciones tales como, el descenso del crecimiento operacional, que corresponde a disminución de operaciones o números de vuelos, el incremento del costo del impuesto al aerocombustible y otros que inciden según los resultados de estudios contratados, planes de factibilidad, de desarrollo, de negocios, financieros, ambientales, etc. incluidas las recomendaciones que resultarán del Plan Maestro del Aeropuerto de Daular contratado, llevarían a su postergación.
Nuestro aeropuerto fue inicialmente remodelado y con posterioridad construido el actual Terminal, que en forma provisional daría cabida a un tráfico de pasajeros internacionales y nacionales, hasta iniciarse la nueva construcción en la fecha anterior indicada. Durante este proceso, hemos celebrado los diferentes logros y premios obtenidos por el operador concesionario TAGSA, incluidos los tres últimos premios anunciados y que resaltan la gestión adecuada de su administración.
Lamentablemente, no podemos abandonar los motivos originales por los que nuestras instalaciones aeroportuarias deberían trasladarse a una nueva área, al encontrarse inmerso en nuestra ciudad con el riesgo en sus operaciones y con otras advertidas, como las aves en áreas de aproximación y que deambulan en el islote y sus cercanías. Ahora, la construcción de un nuevo hotel y de otros almacenes no aerocomerciales autorizados en sus alrededores, nos advierten de un tiempo mayor de permanencia en nuestra ciudad, aunque éstos fueron iniciados antes de lo actual anunciado.
Somos de la idea, que el desarrollo de las infraestructuras deben satisfacer múltiples necesidades sin afectar a las prioridades globales de desarrollo del lugar y que se ajustarían al crecimiento y competitividad de nuestra ciudad. Actualmente, nuestros vecinos internacionales y nacionales han entrado ya en una ventaja competitiva diversa y no solamente aeroportuaria, por lo que nuestra ciudad no puede postergar ese avance que tendríamos tenerlo listo, si asumimos con visión de futuro esta necesidad y otras que se mantienen en planificación inmediata, como también el Puerto de Aguas Profundas de Posorja. La Municipalidad de Guayaquil, la Zona de Planificación 8 de SENPLADES y la de la Agenda de Desarrollo Regional Económico de Guayaquil y su área de influencia (ADREG) lo mantienen incluido en sus desarrollos. En consecuencia, su postergación se convertirá en un gran riesgo para nuestra zona.
Actualmente nuestra ciudad mantiene la competencia de puertos y aeropuertos para lograr su propia decisión, cosa que no ocurrió cuando se encontraba el aeropuerto en manos del gobierno nacional y su organismo de la Dirección de Aviación Civil (DAC), donde hemos luchado por su construcción, en largas jornadas requeridas y en las que hemos participado junto a prestantes importantes de la actividad aerocomercial, turística y productiva de Guayaquil.
He decido trasladar a ustedes estas observaciones, luego de comentarlos con varios guayaquileños vinculados a nuestras actividades, en el afán de mantener a nuestra urbe ubicada en sitiales históricos de excelente competitividad y productividad. Esperamos vuestra reflexión y análisis, que nos permita lograr el aeropuerto internacional anhelado superando la condena por nuestra aspiración de “intercontinental”.