La mitología shuar está estrechamente vinculada a la naturaleza y a las leyes de Universo, y se manifiesta en una amplia gama de seres superiores relacionados con fenómenos tales como la creación del mundo, la vida, la muerte, y las enfermedades. Los principales son Etsa que personifica el bien en lucha contra el mal Iwia, que siempre están en continua lucha para vencer el uno sobre el otro; Shakaim de la fuerza y habilidad para el trabajo masculino; Tsunki, ser primordial del agua, trae la salud; Nunkui causa la fertilidad de la chacra y de la mujer.
En el cultivo de la huerta, daban el poder del crecimiento de las plantas a Nunkui, quien además se encargaba de enseñar a la mujer shuar a sembrar. Pero se necesita concretar el poder de Nunkui a través de ritos, trayendo al presente las fuerzas creadoras, para que la chacra rinda sus frutos. Creen que la selva está llena de espíritus que habitan en las cascadas o las orillas de los ríos.
El gran mundo espiritual de los shuar es repetitivo. No creen en que el ser humano tenga un final. Creen que luego de nacer y cumplir su vida, no llegan a un estado permanente con la muerte sino que su espíritu, Arútam, es recibido por otro ser humano que puede ser su hijo o su nieto, quien cumple nuevamente otro ciclo vital, así en forma indefinida.
El Arútam es considerado como un espíritu clave para los varones, porque creen les da más potencia y fuerza. Piensan que quien posee un Arútam, no puede morir sino de enfermedades contagiosas. Los niños comienzan a buscar este espíritu en la selva desde los seis años de edad. En la cultura de la selva, los elementos de la Naturaleza guían la vida de sus habitantes.
La palmera de chonta, su fruto maduro, representa el mito del Uwi. Éste señala la estación de la abundancia en la selva. En la cosecha de sus frutos se celebran rituales con ruegos a Uwi. Piden que fermente la chicha de chonta, dé fertilidad a los animales, a las plantas y vitalidad al hombre. Si estos ritos son celebrados muy ceremoniosamente, se cumplirá con todo lo pedido; de lo contrario vendrá escasez de alimentos y muerte.
La secuencia del día y la noche en la mitología de los shuar la relacionan con la victoria.
El chamán, llamado uwishin, es una especie de sacerdote mediador con el mundo sobrenatural y a la vez es un líder político.
Para la reducción de la cabeza, los Jíbaros primero cortan la cabeza de su adversario. Luego con un cuchillo se hace un corte desde la nuca al cuello, se tira de la piel y se desprende del cráneo, desechando el cerebro, ojos y demás partes blandas, además de los huesos.
El siguiente paso consiste en meter la piel en agua hirviendo a la que se añade jugo de liana y otras hojas, que evitan que se le caiga el pelo. Mantienen la cabeza sumergida durante unos quince minutos; ya que si lo hicieran más tiempo la cabeza podría ablandarse demasiado y posiblemente se pudriese.
A continuación, retiran la cabeza del agua, la que en ese momento ya es la mitad del tamaño original, y la ponen a secar. Una vez seca, se raspa la piel por dentro para quitar restos de carne y evitar el mal olor y la putrefacción y se frota por dentro y por fuera con aceite de carapa.
Después cosen el corte realizado en la nuca para extraer los materiales blandos y el cráneo. También cosen los ojos y la boca, quedando la cabeza como una bolsa, en la que se echa una piedra del tamaño de un puño o el volumen equivalente en arena caliente.
Finalmente la cuelgan sobre el fuego para desecarla poco a poco con el humo, a la vez que se le va dando forma al cuero con una piedra caliente. En este proceso la cabeza acaba por reducirse. Después se retira la piedra o la arena y se tiñe la piel de negro.
Cesar Cornejo.