Mientras estudiaba en el Colegio, apareció un Padre Rector, que se creía Director de Orquesta Sinfónica. Que ahora, recién ahora comprendo lo que él hacia.
El Padre de apellido Montenegro, el día Lunes en las actividades cívicas, para cantar el Himno Nacional, sacaba su varita y comenzaba a marcar el tiempo al grupo de desafinadas voces que tenía este colegio de varones, voces de niños que recién entraban, voces de los adolecentes con todos los cambios de tonos, y las voces gruesas de los estudiantes del último año.
Pienso, que solo él lo disfrutaba, creo que tenía ese oído de orquesta. Pero al finalizar la canción volvía a su realidad, el músico tenía que dar paso al Rector, en donde la disciplina se imponía.
Al finalizar la música, además de Do Re Mi Fa Sol La Si, también es acompañada de los proyectos pequeños que hacen los músicos internos que todos tenemos.