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El poder femenino en la ESPOL, Cecilia Paredes Verduga, Semanario Semana de diario El Expreso al 2012.09.16.

domingo, septiembre 16th, 2012

ESPOL – ICQA – CSECT

“Cuatro cosas es necesario extinguir en su principio: las deudas, el fuego, los enemigos y la enfermedad”.

– Confucio

«Una de las mayores fuerzas que mueven al mundo en nuestra época es la revolución de la igualdad«.

– Barbara Ward

Difusión: 2012.09.16.

El poder femenino en la ESPOL

“Su modesta oficina dista de toda pomposidad o lujo. Un pequeño escritorio, una silla y un estante de libros es lo que tiene en su actual despacho de directora ejecutiva del Laboratorio de Ensayo de Materiales (LEMAT), el cual fundó en 2008 junto a un grupo de profesionales en la Espol, su alma máter. “Soy una politécnica”, lo dice con orgullo, al considerarse afortunada de haberse graduado allí. “No todo el mundo puede acceder a esta institución. Tienes que realmente esforzarte”.

Un estampado de flores pegado en el vidrio de la puerta es quizás el único toque femenino que posee el área, donde el predominio masculino se evidencia en los pasillos y aulas. Es la única profesora de la carrera de Ingeniería Mecánica, parte de las 9 que tiene la facultad de Ingeniería Mecánica y Ciencias de la Producción (FIMCP), de un total de 48 educadores.

La placa de directora del LEMAT aún no ha sido remplazada, pero los días están contados. El 12 de noviembre será posesionada oficialmente como vicerrectora académica de la ESPOL, marcando un hito en la historia de la institución al ser la primera mujer en ocupar un alto mando. Realidad que, a decir de esta magíster y doctora en Ingeniería de Cerámicos, se ha demorado en llegar, pero que llevará con honor, orgullo y compromiso. Los gritos de campaña, donde alumnos y profesores decían “ya necesitábamos una mujer”, en una institución tradicionalmente “machista”, gobernada por hombres, ratificaron a través del voto la necesidad de contar con habilidades femeninas. “Tenemos otras características y forma de ver las cosas. No significa que seamos mejores ni peores, sino diferentes. Pienso que en todo sistema se debe fomentar a que haya más mujeres, porque todos somos iguales… Y esta es mi oportunidad para impulsar el género femenino”.

Con este logro, considera, ayudará, directa e indirectamente, a que crezca el espacio femenino en la ESPOL, tanto a nivel catedrático como estudiantil, “tal como la ley lo manda, pero no solo con las mujeres, sino con las etnias y todas las llamadas ‘minorías’ que han sido discriminadas”.

No teme ni la pone nerviosa asumir el cargo, al contrario, está segura, tranquila y con ansias de empezar a trabajar. “Hay mucho por hacer”, asegura, porque postularse fue decisión propia, algo pensado y no improvisado. “Veía que desde donde estaba, lo que podía aportar no era suficiente. El vicerrectorado era el espacio para concretar esa transformación que se necesita o que al menos yo pienso que se necesita, igual que quienes votaron por mí”.

Para la jovial Cecilia, de 40 años, la clave de su trabajo inicialmente se concentrará en la acreditación de todas las carreras ante los consejos reguladores de educación y en fortalecer los posgrados. “Necesitamos dar el salto hacia la ESPOL del futuro y potenciar los posgrados”. Gracias a su determinación, frontalidad y carácter fuerte, quizá lo logre, aunque aclara: “Solo es eso, carácter fuerte, lo cual no significa que sea cerrada o que no sepa escuchar ni trabajar en equipo”. La aclaración se cuela en el diálogo como respuesta a comentarios negativos y falsos testimonios de campaña que trataron de desacreditarla. Se la acusó de ser inaccesible y prepotente. “Eso me dolió mucho, porque no soy así”. Su afable personalidad sale a flote en las muestras de afecto y aceptación que recibe de su equipo de trabajo y alumnos, al caminar por los pasillos de la facultad vestida semiformal y maquillada especialmente para la entrevista.Piropos y bromas sobre su especial atuendo no se hicieron esperar, pues regularmente viste de jean, blusa cómoda y moño en el cabello. Es una mujer segura de sí misma. “Tengo muchos amigos y algunos muy buenos en todas partes del mundo, solo me falta tiempo para verme más con ellos”, comenta.

Se confiesa ‘workoholic’, ya que pasa trabajando la mayor parte del tiempo, aunque ahora trata de equilibrar su faceta profesional con la de madre de dos hijos, un varón de 3 años y una nena de 8 meses, que la han convertido en mamá ‘full time’. “Trato de pasar la mayor cantidad del tiempo con ellos, desde que me levanto y al regresar del trabajo (5 o 6 de la tarde). Los fines de semana son de ellos por completo”.

Es que, más allá de lo profesional que le ha traído grandes satisfacciones, desde una beca para estudiar su maestría y doctorado en EE.UU., hasta el ser profesora, subdecana, miembro de Consejo de Educación Superior y hoy vicerrectora electa, entre otros cargos, ser madre es lo mejor que le ha pasado, asegura. “Me cambió la vida. Yo era feliz trabajando, pero sentía que me faltaba algo y no sabía qué era hasta que fui mamá por primera vez a los 37 años”. La tarea no ha sido nada fácil, más bien “muy dura”, dice con gracia, lo es más que ser ingeniera mecánica. “En lo profesional ejercitas tu mente, en cambio como mamá lo ejercitas todo, mente, físico, espíritu. Es algo supe enriquecedor y me ha ayudado a ser mejor persona”.

Sus días se vieron alterados. Ahora los inicia a las 05:00 cuando despiertan sus hijos, con quienes está hasta las 7 u 8 de la mañana, según sus actividades en la universidad y continúa en la Espol hasta las 18:00 o más, hasta que vuelve a casa a seguir atendiendo a sus retoños sin horario de ‘salida’.

En vista de que las nuevas funciones que asumirá en pocas semanas serán de mayor responsabilidad, y seguramente le demandarán más tiempo, planea almorzar todos los días con sus hijos. Para lograrlo, hace poco se cambió a una nueva casa, una más cercana a la universidad, pero a causa de sus tareas, no ha podido concretar el encuentro familiar vespertino.

Su entusiasmo por el nuevo reto se empaña un poco, con la tristeza de tener que dejar la dirección del LEMAT, donde ha logrado conseguir maquinarias de última generación que supera el millón de dólares, y con las que han brindado asesoría a más de 50 empresas del país. La tranquiliza saber que las cosas seguirán bien, pues confía plenamente en el equipo de trabajo que deja ‘sembrado’. Lo que no piensa soltar es su oficina. “Es mía”, ríe.

La cátedra, una de sus mayores pasiones, es otra de las actividades que extrañará, aunque irónicamente en sus días estudiantiles jamás haya pensado dedicarse a ella. “Cuando me gradué, quería ir a la industria, a trabajar en fábricas, poner las manos en la obra. Estudié en el área de materiales y mi intención era regresar al país a mejorar la productividad de la industria de la cerámica, pero se me dio la oportunidad de ingresar a la institución y ya no imagino mi vida en otro lugar”. El ritual que implica estar al frente de un aula, interactuar con personas y trasmitirles conocimientos es lo que más la atrae. “Es un tema de energía, ellos (los alumnos) vienen con tanto entusiasmo que te contagian. Y el estar aquí, ponerse metas, trabajar y lograrlas es una experiencia única. Por ejemplo, cuando regresé con el doctorado había pocas cosas en la carrera de Ingeniería Mecánica. Entonces nos tocó partir de cero. Quienes fueron mis estudiantes hoy son mis colegas y los frutos del trabajo son impresionantes”.

Su memoria es rápida para recordar fechas, en especial las que marcaron su vida profesional. En el 89 ingresó a estudiar en la ESPOL para seguir la carrera de su padre, quien no estaba de acuerdo con la decisión. Quiso persuadirla y desanimarla. “Me llevó a prácticas duras y fuertes. Yo soldaba, le daba mantenimiento a las turbinas de los barcos, pero en vez de desistir, me enamoré más de ella”. El 28 de octubre del 93 se graduó; el 2 de mayo de 2002 dio su primera clase, y próximamente, otra fecha que atesorará será el 12 de noviembre de 2012, día de su posesión oficial como la primera mujer vicerrectora de la ESPOL”. Por Christian Colombo Cordero (colomboc@spam@granasa.com.ec).