septiembre 6, 2010

El sauce pliega al viento,

Baja sus ramas y sigue.

altanero y erguido.

Quiebra el robusto roble

Inclemente cae rendido.

Se agita el mar espumoso

Ruge enfurecido

Remolino de arena

Absortos quejidos

Es el sauce que grita

llora cuando el viento

inclemente y soberbio

se lo obliga

ha sucumbido…

NADA ES OCULTO ANTE LOS OJOS DE DIOS

Vivimos en una etapa donde los conocimientos van a la vanguardia, los cambios se dan a pasos agigantados y nos dejan perplejos los avances de última generación. Hay aparatos específicos que son colocados de manera encubierta para descubrir cómo actúan las personas en lo que a  moralidad, integridad y  honestidad se refiere.   Mecanismos que van desde minúsculas videocámaras, micrófonos ocultos y otros que cumplen con precisión su cometido,  dejando al descubierto cosas terribles tanto a nivel personal, comercial y muchas veces político.

Así mismo, en las principales arterias de la ciudad se han instalado los llamados ojos de águila, cámaras que gracias a su filmación han servido de prueba para detener y procesar a delincuentes que pregonan su falsa inocencia.

Dios no necesita nada así…

Simplemente nos mira porque sus ojos están en todo lugar (Proverbios 15:3). Él escucha en el silencio, en la noche en calma, en cada momento de nuestras vidas, así estemos escondidos en  el lugar más recóndito y oscuro. Dios está atento a nuestras obras y conoce lo que anida en nuestros más ínfimos pensamientos y en nuestro corazón, sin necesidad de tecnología alguna.

Ante esto, debemos adquirir el compromiso de tomar conciencia de que todo lo que digamos, actuemos o pensemos, no escapa a su dulce mirada y  su misericordia, por eso hagamos el firme propósito de hacer las cosas cada vez mejor, llenas de amor, bondad y sencillez en el camino de la vida.