abril 1, 2010

Hay cosas que no tienen precio y que son dispuestas por el corazón sin esperar nada a cambio.

Muchas veces la gente que está en nuestro entorno no se da cuenta de lo mucho que hacemos por estar con ellas aún cuando no logramos entenderlas y más bien, cada vez que tienen la ocasión propicia de sentirse agradecidos, reaccionan con críticas y actitudes negativas.

En realidad, hacer el bien sin mirar a quien y no esperar nada a cambio, es una generosidad que compensa el espíritu, enriqueciéndolo hasta un estado superior. Lo extraordinario de esto es que cuando tiendes tus manos a alguien que necesite de ti; de manera increíble, tú o alguien a quien mucho quieres recibirá en el instante preciso, bendiciones y ayuda de quien menos te imagines.

Dispongamos nuestro corazón para ayudar al prójimo sin buscar reconocimiento, agradecimiento o recompensa alguna. Concibamos lo que ha de hacerse. A su tiempo Dios nos compensará por todo aquello que hagamos.

Esta dádiva viene del cielo. Sé que él permitirá con su infinito amor, que logres que tus buenas acciones formen parte de tu vida y manen de tu interior como fuente de agua fresca.

Hay cosas que no tienen precio y que son dispuestas por el corazón sin esperar nada a cambio.

Luz Gabriela Rodríguez M.