abril 18, 2012

El santo de los imposibles – San Judas Tadeo

Recuerdo a mi abuelita Amada cuando nos decía: A vestirse, tengo que ir a visitar a San Judas Tadeo… Íbamos a la iglesia La Victoria, en realidad se llama El Carmen, pero todos la llamaban así, porque está ubicada frente al parque que lleva ese mismo nombre.

Cuando era 28 de octubre, cuando mi padre conseguía un nuevo empleo, cuando mi abuelita mejoraba de sus enfermedades, cuando tenía que pedir algo insostenible, cuando debía agradecer, absolutamente para todo, estaba San Judas Tadeo.

Y cómo no había de estarlo si él escuchaba a mi familia en sus múltiples peticiones, quienes a fuerza de fe, lograban convencerlo de alguna manera para que nos ayude.    San Judas Tadeo es un santo de corte popular y se lo conoce como el santo de los imposibles, porque todo está en pedirle con fe y él intercede los favores celestiales hasta conseguirlos. Así como mi abuelita, como mi familia, así sus devotos se cuentan alrededor de todo el mundo y son muchísimos los que dan sus testimonios de fe al respecto.

Como Apóstol, trabajó con gran celo por la conversión de los paganos. Fue misionero por toda la Mesopotamia durante diez años. Regresó a Jerusalén para el Concilio de los Apóstoles. Después se unió a Simón en Libia, donde los dos Apóstoles predicaron el Evangelio a los habitantes de aquel país.

Refiere la tradición que San Judas sufrió martirios en Suanis, ciudad de Persia, donde habían trabajado como misioneros y le dieron muerte con una cachiporra. Por eso se le representa con una porra sobre la cabeza. Luego, se la cortaron  con un hacha. Trasladaron su cuerpo a Roma y sus restos se veneran ahora en la Basílica de San Pedro.