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septiembre 9, 2011

Considero que la comunicación hace que los seres humanos guardemos respeto y consideración unos a otros.   

En la relación padres – hijos, cuando los hijos son pequeños, la responsabilidad de los padres es ineludible.  En cambio, cuando crecen, la responsabilidad de los hijos aumenta y más allá del ímpetu de la juventud, deberán honrar  y respetar a sus progenitores  por sobre todo.  

Si por circunstancias de la vida los padres no cumplieron con sus hijos en el momento indicado, eso no da derecho a los hijos a faltarles.    Recordemos que nada en la vida nos faculta a juzgar las fallas o errores del prójimo;  lo conveniente es perdonar, olvidar  y  dejar todo en manos de Dios.

Así mismo, muchos padres creen que a pueden gritar y  ofender a sus hijos, lo cual es una gran equivocación.  Los padres y los hijos merecemos respeto y la  forma de fomentar el respeto es respetando; es raro que un padre le hable con amor y respeto a un hijo y este le responda de forma irrespetuosa.

Para nosotros los católicos, el quinto mandamiento de la Ley de Dios nos enseña: Honrar padre y madre y también  lo instruyen en  los cinco primeros libros del antiguo Testamento. 

El Apóstol Pablo dice en Efesios 6:14:

 “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. «Honra a tu padre y a tu madre» para que te vaya bien y seas de larga vida sobre la tierra. Y vosotros, padres, no provoquéis la ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.”

Padre: recuerda que ese hijo que quizás no tratas bien, nació de ti. Dios te lo dio para que lo formes y los resultados son tu responsabilidad.  Ya llegará el momento en que debas rendir cuenta de ello.

Hijo: jamás eleves tu voz por muy enojado que estés, el simple hecho de que sea tu padre hace que merezca respeto y no está bien que se forme un pleito entre un padre y un hijo. Ya llegará tu hora con tus propios hijos.

 De igual manera los padres que deseen mejorar la relación que tienen con sus hijos, en vez de señalar constantemente sus errores, faltas e ineptitudes, les conviene estudiar los dones, talentos, habilidades e intereses de sus hijos a fin de ayudarles a crecer en gracia.

Aquel que no respeta a sus padres,

no podrá respetarse

a sí mismo.

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