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Pecados de la lengua x FRANCISCO HUERTA MONTALVO en la Revista SEMANA de DIARIO EXPRESO, GYE, 2012.05.27.

domingo, mayo 27th, 2012

ESPOL ICQA CSECT

“Bendecir es dialogar, maldecir, monologar”.
– Juan Carlos Monedero

“Faltan palabras a la lengua para los sentimientos del alma”.
– Fray Luis de León

“La lengua es un órgano pequeño, pero se jacta de grandes cosas”.
– Apóstol Santiago

“Todos los órganos humanos se cansan alguna vez, salvo la lengua”.
– Konrad Adenauer

“Toda lengua es un templo en el que está encerrada el alma del que habla”.
– Oliver Wendell Holmes

“La primera virtud es frenar la lengua, y es casi un dios quien teniendo razón sabe callarse”.
– Catón de Útica

Difusión: 2012.05.26.

Nos complace hacer llegar a toda la comunidad politécnica el artículo Pecados de la Lengua del Dr. Francisco Huerta Montalvo, que aparece en la Revista SEMANA de DIARIO EXPRESO de Guayaquil, al 27 de mayo de 2012.

 

 

Creemos que tenemos una lectura obligada de quienes quieren el control de su futuro y desean de corazón hacer el bien.

 

En la elaboración referida se hace un resumen de las fortalezas y debilidades del órgano impar. Paralelamente se destacan las amenazas de una lengua no controlada. Se registra los pensamientos del apóstol Santiago sobre la jactanciosa sin hueso y de Don Juan Carlos Monedero sobre el gobierno de las palabras.

 

Hay más interrelaciones que encontrar el trabajo que presentamos del columnista Huerta Montalvo.

 

Pecados de la lengua x FRANCISCO HUERTA MONTALVO

«Lengua: ¡solo hay una!, como recordaban con chistes tiernos los viejos cómicos del humor antiguo (bonachón y asexuado) respecto a las madres. Esa condición de impar, anticipa la trascendencia del musculoso órgano. Hidrostato muscular se lo ha denominado por la mecánica de su movimiento semejante al de los tentáculos de los pulpos. Bastaría para evidenciar la importancia de las funciones por ella cumplidas considerar su fuerza, la mayor en todo el cuerpo humano en relación a su tamaño.

¡Poderosa es la sin hueso! El apóstol Santiago, mi favorito, señalaba que “es un miembro pequeño pero se jacta de grandes cosas. He aquí ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!”

¡Los órganos impares, todos, salvo quizás el apéndice, son claves! Igual que los seres singulares.

Por supuesto, ello no niega la importancia de las vísceras pares. Mal, muy mal, la pasaríamos sin nuestros queridos ojos, sin los riñones o sin los pulmones. Lo que procuro es destacar lo cuidadosos que deberíamos ser en el uso de un instrumento tan valioso.

¿Por qué no te callas?, le ha espetado un rey a un gobernante, antes de irse a cazar elefantes. No es malo, en ocasiones, seguir ese consejo. Al de callar me refiero. Pero es cuestión de mala lengua no hablar y decir, cuando se siente y se cree qué se debe decir.

Mala lengua es la lengua muda. La que enmudece cuando debe hablar. Tan mala como la que genera incontinencia verbal. En ocasiones mejor es morderse la lengua pero, hay silencios cómplices.

Por ello conviene saber que no se habla solo con la boca. Claro que con la misma también nos expresamos cuando sonreímos. Con la boca besamos y esa es otra forma de lenguaje, pero es en la lengua donde armamos las palabras que, generalmente, es lo deseable, han tenido un proceso de elaboración previa en nuestro cerebro, antes de ser emitidas. (Lo recalco pues bien se sabe: hay gente a la que las palabras se le adelantan al pensamiento).

La lengua además ayuda a cumplir una buena masticación. También de las palabras. ¡No hay que tragar entero aconsejaba un viejo y sabio jesuita!

Y a propósito: ¡Qué duro es aquello de tener que tragarnos nuestras propias palabras!

Ya se dijo que sirve al lenguaje pero, además, sustenta el sentido del gusto. Sin exageración y sin incluir otras funciones -y pecados como la gula- la lengua es imprescindible para la vida.

Sin embargo, insisto, su uso debe ser cuidadoso dada la posibilidad del desenfreno en la emisión de palabras y aunque “ningún hombre puede domar la lengua” cabe repetir con Santiago, en su aleccionadora epístola que “si alguno se cree religioso y no refrena su lengua sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana.” Y agrega. “de una misma lengua proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así”.

Coincide con el apóstol, el académico español Juan Carlos Monedero, en su libro ‘El gobierno de las palabras’ subtitulado: ‘Política para tiempos de confusión’, donde promueve que, y me resulta grato compartirlo: “Bendecir es dialogar, maldecir, monologar. Recuperar la política es desterrar los monólogos y regresar a diálogos que den sentido a la vida”. Claro que propicia también despensar viejas y queridas palabras como democracia, mujer, indígena, trabajo, para repensarlas renovadas y al servicio de cotas más altas de libertad y justicia.

¡Cuánta lengua!”. – Francisco Huerta Montalvo

(huertaf@spam@granasa.com.ec)

Tomado de: http://www.semana.expreso.ec/ediciones/2012/05/27/columnistas/columnistas/francisco-huerta-montalvo/

(Siempre +) en:
http://blog.espol.edu.ec/vicenteriofrio

Por (x +) en:
http://www.youtube.com/user/vart12345

Jugar con Pirotecnia es peligroso, ver:

http://youtu.be/tiPvoVIOK24

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