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mayo 28, 2010
EL DESPERTAR DE LOS COLOSOS
Vivo en la región costera, algo distante de la cadena montañosa de los Andes que atraviesa mi querido Ecuador; sin embargo, una capa de ceniza gruesa cubre mi carro.
Me entero que es el volcán Tungurahua que comenzó su habitual e impresionante tarea; sólo que esta vez, como señal de su despertar expulsó una columna de residuos volcánicos de más de siete kilómetros. La pregunta es: ¿Qué nos espera?
Algo de temor nos embarga y se acentúa más al escuchar las noticias de que en Guatemala el volcán Pacaya ha erupcionado causando hechos lamentables.
El poder anuncia su presencia. Las nubes de cenizas volcánicas viajan con rapidez ayudadas por los vientos. La lluvia de arena se siente. Y es que los fluidos del interior del volcán se pronuncian, las rocas incandescentes son expulsadas de manera amenazantes y por supuesto, cobran victimas.
La Biblia nos advierte de los tiempos finales precedido por los terremotos y los grandes desastres en diversos lugares. Surge en mi interior aquella pregunta que a menudo da vueltas y vueltas: ¿Estamos realmente viviendo en los últimos días?
Hagamos un alto y con el corazón lleno de esperanzas, tomemos esta situación como un desfogue de nuestro planeta; que el despertar de estos colosos sea para evitar cataclismos y otras desgracias mayores que están sucediendo en los últimos tiempos.
Quiera Dios que los rugidos de estos gigantes, no contagien a otros super colosos como la Caldera de la Garita, que duerme en la inmensidad del tiempo y el espacio.
¿Sabéis discernir el aspecto del cielo,
Pero no podéis discernir las señales de los tiempos? Mateo 16:3
«Dios nos ha dado el dominio sobre las obras de sus manos» y es por eso que el poder de la oración es tan importante». La Tierra está a la espera de su propia redención y aunque vivimos en un mundo de pecado, es la oración y su poder infinito lo que nos va a salvar.
Si de hecho, estas son señales del fin de los tiempos y la venida de Jesús es pronto, llenos de fe y esperanzas, OREMOS Y ESPEREMOS CON MUCHA FE.
mayo 26, 2010
Historia de mi Ángel de la Guarda
No puedo recordar el día exacto, pero fue en Noviembre de 1996. Experimenté una extraña y rara situación que me puso a salvo, ante un peligro inminente y estoy segura que está ayuda provino de mi Ángel de la Guarda.
Ésta es la historia:
Aún estaba soltera y vivía sola en un departamento. El edificio se encontraba atrás de un gran complejo. Los departamentos del frente daban al parqueadero y los de atrás, daban a un campo abierto y a un estanque.
Yo vivía en la parte posterior que daba al campo y al estanque. Era muy lindo por el paisaje y además no tenía que ver o escuchar los carros que iban y venían, sin embargo, estaba pronta a descubrir que su ubicación también era algo peligrosa, simplemente porque ahí no habían carros o gente alrededor.
Un día particular de la semana, tomé el día libre y aproveché para hacer compras. Al regresar a casa a media tarde, salí del carro y caminé por detrás del edificio de departamentos hasta llegar al mio. Todo estaba muy tranquilo y no había gente yendo o viniendo porque a esas horas del día, la mayoría aún estaban en sus trabajos.
Mientras iba caminando, escuché unos sigilosos pasos detrás de mi. Con rapidez, miré y pude darme cuenta que un hombre de tez negra, vestido con sucias sudaderas y un gorro tejido en su cabeza, me venía siguiendo. Parecía que venía de la nada, tal vez había estado escondido en los arbustos de la parte trasera del edificio.
En resumidas cuentas, estaba alcanzándome y sabía que esta situación no era buena, por lo que empecé a correr hacia las escaleras que me llevarían al segundo piso de los departamentos. Mientras corría, pensaba que me alcanzaría con facilidad en la puerta, debido a que tendría que parar y tomar mi tiempo para abrirla.
Cuando llegué al final de las escaleras, voltié la cabeza y lo divisé en el segundo o tercer escalón. Pero entonces me di cuenta de algo extraño: Él estaba detenido y mientras yo lo estaba viendo hacia abajo, él miraba hacia arriba, pero no precisamente a mi. Él estaba viendo sobre mi; con una rara expresión en su rostro estaba como petrificado, viendo sobre la puerta de mi departamento. Con rapidez, introduje la llave y entré corriendo, aseguré la puerta y llamé a la policía.
Fui a la ventana de la sala y lo extraño de todo fue que este hombre estaba aún parado exactamente en el mismo lugar en las escaleras, con una expresión de desconcierto en su rostro. En ese momento, bajó su cabeza y comenzó a moverla de un lado a otro, como si él no pudiera creer lo que sus ojos estaban viendo.
Pasaron un par de minutos y se fue. La policia llegó (aproximadamente 15 a 20 minutos luego de la llamada) y ya no estaba en ningún lado.
A comienzos de aquella semana, antes de este incidente, habían reportes en las noticias de un violador en el área. El retrato que mostraron, se parecía al hombre que aquella tarde me siguió, aunque no podría asegurarlo.
Lo que creo con firmeza es que él fue detenido por mi Ángel de la Guarda quien se le apareció de alguna manera en mi puerta. Nunca olvidaré cómo se veía el rostro de aquel hombre mientras miraba arriba de mi puerta. Él estaba obviamente conmocionado por lo que sea que vió. Después de este incidente, jamás volví a verlo.
KAREN EDSEL
mayo 20, 2010
9-12-09
Los rayos del sol causan destellos en mis pupilas. Inclinada agradezco al Padre celestial la oportunidad de este nuevo día.
La habitual ducha caliente arrancará cualquier vestigio de rezagada pereza. No desayuno. El tiempo, hace diez minutos que me dejó más atrás.
Salimos.
Con la mirada busco un pobre gato que lloró la noche entera. Pienso que el cerco eléctrico, que nos protege de algún semejante malévolo que pretenda ingresar a casa privilegiado por la oscuridad, pudo ser un arma mortal para este infeliz minino.
Para mi tranquilidad no hay vestigios ni rastro alguno de un inerte cuerpo gatuno.
En el camino voy diciendo mis oraciones y fiat para mis queridos
Ángeles y Arcángeles. Mi pareja, sentada al volante, afina su cuerpo en el afán de darme una mejor visión del lado izquierdo, por si algún fantasma masculino creado por su atormentada cabeza, esté tratando de conectarse visualmente conmigo.
Mi rostro se mantiene indiferente y mi alma sonríe al ver la habitual tramoya. No desperdicia oportunidad alguna para insinuarme las supuestas coyunturas que circundan lo cotidiano.
Lo lamentable es que hasta ahora no atina. No me conoce ni tiene la más remota idea de mis gustos, de mis pensamientos, de mis anhelos y me atrevo a decir que olvida hacia donde quiero llegar.
Aparentando una mayor inapetencia continúo orando y le otorgó el doble de bendiciones del día anterior para que su alma atormentada gane indulgencias.
El vehículo avanza con versátil velocidad mientras continuo sonriendo…
Luz Gabriela Rodríguez M.
mayo 19, 2010
Pluralizo la palabra ayer y rememoro cuántos ayeres vengo dejando atrás, ellos forman la biografía de mi vida, mi juventud, mi niñez, mis padres. Detengo el tiempo, no puedo ir a reversa, corro el riesgo de no ver quien está a mi lado y opto por avanzar el día a día.
Respiro y abro mis ojos. Doy gracias infinitas a nuestro creador por el regalo que me está brindando. Un nuevo día, un presente que debo agradecer infinitamente.
Salto de la cama, miró hacia el horizonte y siento como los primeros rayos del sol acarician mi piel. Vibra mi ser y continuo observando, lo grabo en mi retina porque este día es único.
Mañana es una frase que aún no existe y puede haber otros amaneceres llenos de sol y luz, pero jamás el mismo y no sé si tenga la oportunidad de CONTINUAR OBSERVÁNDOLOS.
EXISTE UNA HORA GRIS – LA VIDA ES AMBIGUA
Existe una hora gris que todo lo consume, pero que no está demarcada en las 24 horas de cada maravillo día que Dios nos brinda. Esta hora gris, abarca los momentos tristes, aquellos momentos que todos pasamos en la vida y que son difíciles de juzgar o tan solo esquivar.
Pero es que la vida es así. Es dual y es lo que forma el equilibrio de las cosas. Es la manera de percibirlas y diferenciarlas. Es el día y la noche; pero el día se hace noche y la noche se hace día, algo así como decir qué es bueno y qué es malo y no saber si lo bueno se hace malo y lo malo se hace bueno de acuerdo a las circunstancias.
Todo es ambiguo. Hay luz y hay tinieblas, hay verdad y hay mentira, hay amor y hay odio, hay pobreza y hay riqueza, hay malicia y hay bondad.
¿Qué es justo y qué es injusto?
Disfrutamos de la supremacía del blanco y de la falta de color del negro y con la unión de estos dos colores, llegamos al color gris. Aquella circunstancia que nace de la transición, del punto de equilibrio entre el todo y la nada; donde no solo hay tristeza o alegría, ese es el punto en el cual somos libres y podemos vivir sin stress, experimentando paz.
El temor de ir en una sola dirección te hace dudar, pero deja decirte que si en ese camino directo, pones tu corazón y tu potencial, todo será para bienestar. No temas, mantén puentes que te den apoyo y avanza.
Recuerda que es tu vida y tienes que vivirla en toda su extensión.
mayo 14, 2010
Los guardianes de la princesa observan
Año uno: día a día:
Jamás imaginé que el exceso seria grave.
Tímidas, silenciosas, mudos testigos, cuya única razón de existir parecería ser la del galanteo; caminan, se mueven en círculos cerrados y precisos, como terminando un capítulo infinito; se cortejan y con el más grande desparpajo copulan y en corto tiempo tienen el fruto de la seducción total.
Se han multiplicado.
Residen aquí, pulgada a pulgada, sin que nadie las haya invitado, abusando de una hospitalidad recibida, actúan como dueñas del entorno. Habitan en frente, atrás, arriba, abajo, en mí. No sé si son las mismas de antaño o sus descendientes, pero permanecen ahí. Quietas, mirando de lado, filmando los detalles con esos minúsculos y redondos ojillos inexpresivos cual antifaz de un carnaval existente.
Sé que observan cada escena con el play activado. Firman los diálogos, sonidos, violencia, desacatos y comedias; de las marionetas con estilo y del ir y venir contidiano.
Cuando están inmóviles, petrificadas, queriendo pasar advertidas, están filmando. Almacenan escenas y graban en la misma cinta que contiene el ayer, el hoy y el siempre.
Saben cuando se acaba una etapa y empieza otra, conocen las historias guardadas y los equipajes de vida; dan vueltas y vueltas y con sus patas tratan de virar las páginas del ayer; ese ayer que hay que soltar, dejarlo ir aunque hubiesen palabras que se expresaron, ni se dirán jamás y que terminaron perdidas en el tiempo.
Año dos: día tras día:
Las miro. Pretenden inocencia. Toman sol, se cortejan, se corresponden, copulan y ¡zas!, se multiplican.
Desde la ventana observo al disimulo y veo sus impasibles ojos en acción. Aparento no darme cuenta. No voy a darles la importancia que buscan, pero la piel se me eriza, será de verlas entregadas al amor, mientras sobrevivo con recuerdos y migajas.
Lucen indiferentes, aparentan ser tímidas y cautelosas. Marcan distancia. Pretenden minimizarme. Con garbo permanecen erguidas sobre sus finas patas. Se esmeren en mostrar que son libres. Se inquietan, emiten sonidos y llenas de ansiedad, vuelan.
Temo que se unan y me hagan daño.
No me daré por vencida. Planifico, me acomodo y con el movimiento de mis ojos, les transmito que aún tengo vida.
Año tres: día tras día:
La brisa me envuelve.
Ahí están, son ellas. Iguales a las del año anterior. Tratan de ignorar que las miro.
Se han tornado audaces y se agrupan para filmar mi entorno.
El movimiento continuo de sus diminutas cabezas les da un aire particular. Permanezco atenta. Qué más da, si igual he estado en espera de lo inexistente por mucho tiempo.
Simulan no darse cuenta y, me guste o no, continúan filmando.
Año cuatro: día tras día:
La lente está activada. Lo se por sus ojos; los abren y los cierran de forma intermitente. Filman mientras escribo, mientras añoro, cuando voy y vengo. Me miran. Es cierto que ya no les temo, pero me da coraje y me revelo cuando abusan.
A estas alturas de mi vida no voy a permitir que nada, ni nadie, ni siquiera ellas, pretendan bailar sobre mi.
Quieren continuar filmando mi vida, pues ya no me interesa, cuando yo quiera me volveré invisible, total ausencia, olvido, para ser precisa, me borraré del mundo.
Soy invisible. Tan invisible como el dolor causado por amor o aquel que se presenta en mis dientes y que aparento no sentir, aunque tenga seis páginas de historia dental de mis calces.
A este paso, la información debe guardarse en un CD, aunque es probable que ellas ya tengan filmado, mis bostezos, mis risas y carcajadas o simplemente he estado boca abierta.
Acepto su presencia pero no me acostumbro. Volteo la silla y de espaldas a su mundo, paso a ser testigo mudo del tiempo suspendido.
La pared, otrora inmaculada y hasta el mismísimo cielo, lucen desteñidos; la silla nova en otros tiempos, está cuarteada. Hoy luzco sin brillo. Y la pared, el cielo, la silla y yo, formamos un grisáceo conjunto cubierto del impertérrito polvo, que acumula el tiempo en su silencioso avance por el cosmos.
Año siete: día tras día:
Cierro los ojos, no negaré que el deseo de confundirlas me agrada. Las escucho. Hablan de paciencia. Van a esperar que me salgan raíces y me broten ramas y cuando estén secas se posarán en ellas y anidarán en los pliegues de mi ajada piel y que blablablá.
Año ocho: día tras día:
Ellas ignoran que continúo con vida.
Mi respiración es pausada. De cuando en vez extiendo mis brazos. Busco una primavera equívoca. Doy zarpazos que casi no tocan el viento.
Gracias a los recuerdos, aún subsisto.
Año nueve: día tras día:
A estas alturas del camino he aprendido a “hilar fino”; muchas cosas han desaparecido de mi cabeza. Otras, aún están perennes en mi subconsciente y autentifican mi existencia.
Ellas, se muestran asustadas, revolotean y en el ruidoso aleteo rasgan la cinta y ante mis ojos, cae vencida la nostalgia, rebotan del piso las melancolías con todas sus letras y los fracasos de caucho transcurridos en el tiempo. Aparte, saltan a la luz los mil y un pretextos de la vida.
Sonrío con suavidad, como si estuviera llorando al revés. En realidad es casi una ligera mueca. Me siento dueña de un árido pensamiento. He recuperado mi capacidad de asombro.
Los días están contados, pero la libertad de la princesa está en ellas, que impasibles continúan filmando.
Tomado del libro Los días están contados de Luz Gabriela Rodríguez
mayo 11, 2010
Historia de mi Ángel de la Guarda
No puedo recordar el día exacto, pero fue en Noviembre de 1996. Experimenté una extraña y rara situación que me puso a salvo, ante un peligro inminente y estoy segura que está ayuda provino de mi Ángel de la Guarda.
Ésta es la historia:
Aún estaba soltera y vivía sola en un departamento. El edificio se encontraba atrás de un gran complejo. Los departamentos del frente daban al parqueadero y los de atrás, daban a un campo abierto y a un estanque.
Yo vivía en la parte posterior que daba al campo y al estanque. Era muy lindo por el paisaje y además no tenía que ver o escuchar los carros que iban y venían, sin embargo, estaba pronta a descubrir que su ubicación también era algo peligrosa, simplemente porque ahí no habían carros o gente alrededor.
Un día particular de la semana, tomé el día libre y aproveché para hacer compras. Al regresar a casa a media tarde, salí del carro y caminé por detrás del edificio de departamentos hasta llegar al mio. Todo estaba muy tranquilo y no había gente yendo o viniendo porque a esas horas del día, la mayoría aún estaban en sus trabajos.
Mientras iba caminando, escuché unos sigilosos pasos detrás de mi. Con rapidez, miré y pude darme cuenta que un hombre de tez negra, vestido con sucias sudaderas y un gorro tejido en su cabeza, me venía siguiendo. Parecía que venía de la nada, tal vez había estado escondido en los arbustos de la parte trasera del edificio.
En resumidas cuentas, estaba alcanzándome y sabía que esta situación no era buena, por lo que empecé a correr hacia las escaleras que me llevarían al segundo piso de los departamentos. Mientras corría, pensaba que me alcanzaría con facilidad en la puerta, debido a que tendría que parar y tomar mi tiempo para abrirla.
Cuando llegué al final de las escaleras, voltié la cabeza y lo divisé en el segundo o tercer escalón. Pero entonces me di cuenta de algo extraño: Él estaba detenido y mientras yo lo estaba viendo hacia abajo, él miraba hacia arriba, pero no precisamente a mi. Él estaba viendo sobre mi; con una rara expresión en su rostro estaba como petrificado, viendo sobre la puerta de mi departamento. Con rapidez, introduje la llave y entré corriendo, aseguré la puerta y llamé a la policía.
Fui a la ventana de la sala y lo extraño de todo fue que este hombre estaba aún parado exactamente en el mismo lugar en las escaleras, con una expresión de desconcierto en su rostro. En ese momento, bajó su cabeza y comenzó a moverla de un lado a otro, como si él no pudiera creer lo que sus ojos estaban viendo.
Pasaron un par de minutos y se fue. La policia llegó (aproximadamente 15 a 20 minutos luego de la llamada) y ya no estaba en ningún lado.
A comienzos de aquella semana, antes de este incidente, habían reportes en las noticias de un violador en el área. El retrato que mostraron, se parecía al hombre que aquella tarde me siguió, aunque no podría asegurarlo.
Lo que creo con firmeza es que él fue detenido por mi Ángel de la Guarda quien se le apareció de alguna manera en mi puerta. Nunca olvidaré cómo se veía el rostro de aquel hombre mientras miraba arriba de mi puerta. Él estaba obviamente conmocionado por lo que sea que vió. Después de este incidente, jamás volví a verlo.
KAREN EDSEL
mayo 7, 2010
Tres palabras similares de 5 letras cada una. Una madre es una mujer; un ángel que Dios envió a la Tierra, es la amiga más leal y sobre todo, nos ama. En las duras pruebas; en la prosperidad, en la adversidad; en las tribulaciones. Ella, se aferra a sus hijos y valiéndose de consejos y preceptos de ternura, se esfuerza por disipar los nubarrones hasta lograr paz.
Y vaya que es así, nosotras las mujeres madres, somos bendecidas y privilegiadas. Dios nos entregó dones, que junto al vigor de la juventud nos predispuso a cumplir con este noble papel; nos dio una infinita capacidad de amar, fortaleza, abnegación y sabiduría para proteger a nuestros hijos, con la fuerza de una salvaje fiera y la dulzura de un ángel celestial, sin desmayar ante los avatares de la vida.
Cada una de nosotras somos un ángel en la Tierra para nuestros hijos. Mantengamos los brazos extendidos para cuando nos necesiten, no importa si se han equivocado, un cariñoso abrazo y muchos besos, un llamado de atención, buen ejemplo y cariño, es la fórmula eficaz para que un hijo se sienta seguro y pueda emprender su propio vuelo..
Un consejo: Si tienes madre, cuídala. Recuerda que es un ángel que te guiará por siempre. Comparte con ella momentos difíciles y alegrías. Agradécele infinitamente tu vida. Escucha sus diálogos, no importa si repite mil y más veces lo mismo, son el testimonio de su existencia, enjuga sus lágrimas, aunque pienses que son sin motivo aparente. Abrázala y extiéndele tu mano en sus últimos años.
En este mes y siempre, oremos, por aquellas madres que volvieron a ser ángeles y retornaron al creador.
Por la dicha de los que aún la conservamos y por todas nosotras que día a día vamos moldeando a nuestros hijos, para que sean corazones nobles en los caminos de la vida.
Luz Gabriela Rodríguez
http://www.espol.edu.ec/lgrodrig/
mayo 5, 2010
Depende de ti lo que perdure en tu corazón
Así como el clima guía nuestro temperamento, el calor, el frio,
La humedad y el viento.
Así hay otros factores externos que nos guían.
No nos hace falta pretextos para estar de mal humor.
Para que hacerlo, si la vida es breve.
Dejemos que de nuestro interior fluya lo mejor.
Jesús nos enseñó:
Del corazón del hombre brota todo, y de lo que abunda en su corazón habla su boca.
Si tu carácter no es bueno, si te faltan ganas de vivir o de trabajar, si prefieres gruñir a todos, o simplemente no te da gana de hablar, no es por el clima, es por la frialdad de tu corazón hacia la vida.
El amor es la energía que mueve cada músculo de nuestro cuerpo y te hace obrar bien.
Cuando hay ausencia de amor en tu corazón,
todo se paraliza y
faltan fuerzas para vivir, sonreír, empezar.
Cuando la pereza, la desidia, te atrapan,
recuerda que Dios está ahí a tu lado
y que te ha dado ángeles y arcángeles para que te ayuden.
Búscalos para que sean ellos los que enciendan el fuego
en tu corazón.
Es seguro, que de tu boca, comenzarán a salir las
cosas BUENAS